Al momento que Lena la vio, se dio cuenta que era una tumba abandonada, ya terminaba el día de muertos y era la única que no estaba adornada, era la última del panteón, casi al borde de un profundo zanjón; la maleza rodeaba la maltrecha cruz, ya de por sí roída por el paso del tiempo. Julia y la pelirroja creo tuvieron el mismo pensamiento y comenzaron a quitar la maleza de la cruz y del suelo, no había gaveta, si aquella vieja cruz no estuviera hubiera creído que era terreno sobrante del panteón.
Al dejarla totalmente limpia, se dieron cuenta que la cruz no tenía datos escritos que revelaran la identidad de quien descansaba en aquella tumba, era imposible saber quien yacía bajo nuestros pies, pero se sentían satisfechas de haber realizado aquella acción. Antes de retirarse del panteón Lena fue de nuevo hasta la tumba y le dijo: "No sé quién eres, ni qué edad tenías al morir, pero mientras venga a visitar a mis familiares, te prometo que limpiaré tu tumba".
Durante el recorrido a casa, Julia y Lena tocaron el tema de las tumbas olvidadas y fue inevitable que sintieran nostalgia y tristeza por aquellos difuntos que se van y nadie los visita más.
El sol comenzaba a ocultarse y las sombras de la noche las sorprendieron a medio camino, las pronunciadas y cerradas curvas se cubrían de una neblina común en esa zona, Lena encendió las luces y las intermitentes y avanzo despacio. De pronto, un tronido y un golpeteo en el pavimento las alarmaron, se había reventado la llanta delantera del lado del copiloto y como pudo, Lena logro estacionarse en una cuneta, pero quedaba medio carro dentro del carril, por lo que Julia avanzo unos metros hacia atrás y hacia adelante del vehículo y con su celular comenzo a hacer señas a los conductores para que avanzaran despacio.
De inmediato, la pelirroja sacó la llanta de refacción e intento quitar los birlos de la llanta ponchada. Estaban muy pegados, como si se hubieran fundido al acero con la fricción o con el paso del tiempo, Julia le decía que se apresurara, todo era estrés, la cruceta no hacía ceder ninguno de los birlos, desesperada Lena gritó: "¡!Pues ayúdamee!!"
De repente, un golpecito en su espalda la hizo voltear y había un hombre parado detrás de la pelirroja, quien de inmediato le dijo: "Entre los dos seguro los aflojamos, toma una parte de la cruceta y yo la otra, a las tres, uno...."
Al decir tres, ambos empujaron hacia la misma dirección y el birlo cedió, y así los demás, hasta lograr quitar la llanta y poner la de refacción. Mientras apretaba el último birlo Lena le dijo: "Muchas gracias por la ayuda, si vas para Moscú te damos un aventón".
Lo que le contestó la dejó helada:
"Yo aquí me quedo amiga, ¿Cómo no ayudar a quienes limpiaron mi tumba?"Petrificada de miedo volteó intentando encontrar una explicación a ese comentario, pero ya no había nadie, aquel hombre había desaparecido, Julia seguía gritando desesperada que se apresurara, le hizo la seña de que se subiera al auto y continuaron el camino.
Sólo para estar segura de lo que acababa de pasar, le preguntó si habían visto a alguien caminando acercarse al auto, ella le dijo que no, entonces Lena entendío que el agradecimiento trasciende más allá de la muerte, más allá de la tumba, aquella tumba que ya no sería en adelante la tumba olvidada del panteón....
***************
Créditos a su autor

ESTÁS LEYENDO
One shots - t.A.T.u.
ParanormalCada capítulo una historia diferente con Julia y Lena como protagonistas Historias de terror, paranormales y similares. (PD. Ninguno es de mi autoría, créditos a sus diferentes autores)