Capítulo 4

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Mason Crawford

Una vez existía la posibilidad de que una persona obtuviera lo que quería. Yo, lo había tenido todo desde mi nacimiento, el cariño de mi familia, mis amigos y un apellido reconocido por ser hijo de uno de los hombres que perteneció a las grandes ligas. Con veinte años, aun seguía teniendo exigencias y me gustaba la idea que siempre me alentaran a ir por lo grande, porque eso me lo habían inculcado desde que tenía seis años y cogí mi primera pelota de beisbol.

Con los años me había obsesionado con la idea de seguir los pasos de mi padre y él también lo había hecho, desde que nací se había encargado de demostrarme que para llegar a la excelencia se debe trabajar desde abajo y por eso yo había venido desde abajo, aprendiendo desde lo básico hasta lo más genial de aquel deporte. No podía negar que durante mi adolescencia había tenido pequeños lujos mientras le demostraba siempre a mi padre que yo lo estaba logrando, Me dejaba tener chicas cada que quisiera, y yo sabía cuidarme. En el beisbol siempre se ha tenido claro que las chicas son unas distracción para obtener la firma de algún equipo profesional, claro que, la mayoría somos mujeriegos, y teníamos algunas chicas con la que pasar la noche y no nos quejabamos porque en nuestra vida, y en nuestro deporte las chicas forman parte como un pasatiempo y no como algo serio.

La mejor etapa de mi vida fue el instituto, el lugar donde hacia cosas sin tener a mi padre encima reclamándome sobre lo esencial que era mantener la imagen. Me metía en problemas que no pasaban a mayores, y los profesores me amaban aunque segun ellos me odiaban. Pero soy Mason Crawford, no hay ni una persona en el mundo que me odie. Mi grupo de amigos era variado, me la pasaba con todos y bromeaba con todos. Hasta que apareció ella y puso todo por las nubes.

Siempre cumplía lo que me prometía, nunca me detenía en obtener lo que quería hasta que Nova Murphy me lo puso difícil.

Camino por su departamento desordenado mientras el sonido de la ducha me desconcentra a cada segundo. ¿Por que tardará tanto en ducharse? Me quedaré con esa pequeña incognita de saber porque mi bonita tarda tanto en ducharse aunque no soy tan ignorante como para pensar en cosas inocentes de ella. Cojo un retrato que yace en la mesa del recibidor y veo la foto de ese chico que me cae de la patada. Aun tengo el recuerdo del beso y la manera en que la toco en mi propia cara y aprieto mi mandíbula dejando el retrato sobre la mesa.

Dejo que mis pies me guíen a la pequeña cocina que posee y me relamo los labios inclinándome sobre el mesón para comer, imaginándome a Nova Murphy preparando el desayuno con tan solo su ropa interior. Resoplo meneando la cabeza en negación para volverme hacia sus pequeños muebles llenos de ropa, que lo visto esta sucia, la recojo divertido viendo unas bragas de encajes debajo del sillón.

— Ya me estoy lis... — se detiene abruptamente cuando nota como ladeo mi cabeza enarcando una ceja con la mirada puesta en esas pequeñas braguitas — ¡Mason deja mis bragas! — se acerca para quitármelas y alzo mi brazo evitando que eso suceda.

Sus pequeños pechos se pegan a los míos, mi mano sostiene la braga y con una sonrisa divertida bajo un poco mi cabeza para ver su rostro y la sensación de tenerla tan cerca me pone caliente. Tiene el cuerpo voluminoso que se ha puesto mejor con los años, unas caderas que me traen fantasiando pero yo la entiendo, sé que si me dice que no, es no. Sin embargo, mis manos no son capaz de controlarse en su presencia y me costaba hacerlo, porque Nova era una tentación, es distinta al resto.

— Dame un beso y te doy las bragas — exijo viendo como separa sus labios ofendida.

— ¡No voy a besarte! — afirma haciendo que enarque una ceja divertido — Mason por favor — suplica avergonzada y desvío mi mirada hacia la lona frunciendo los labios.

El Primer HomerunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora