Nova Murphy
Al día siguiente, una nueva jornada del día miercoles comienza y con ella el trabajo en la tienda de accesorios y ropa nueva es algo que me cuesta un poco procesar. El sol del verano en Nueva York golpea mi rostro cuando camino en dirección por las cuadras hacia la pequeña tienda de Roosvelt Island que atrae a las personas de dinero y amantes de la moda juvenil.
Soy tan solo un cajera, no obtenía el mejor puesto del mundo pero era feliz bromeando con algunos clientes cada que iban a pagar por las prendas, además era la encargada de vender los accesorios más atrayentes del lugar y siempre obtenía la meta de venderlos todos en un día con promociones increíblemente buenas. Me gustaban las ventas, atraer a los clientes hacia el lugar de manera que a veces la tienda se llenaba hasta el punto de que Vanessa Lodge , la puertoriqueña me ayudaba abriendo la segunda caja. El lugar era pequeño, no muy grande, era algo cómoda con almacenes pequeños en los que pueden ordenar perfectamente los Oufits para el público, un despacho del gerente del local y una pequeña sala de estar que se consideraba sagrada para todos los trabajadores del lugar.
Abro la puerta de cristal con una sonrisa tranquila viendo a Vanessa acercarse para darme un abrazo rápido seguido de dos besos en mi mejilla, era un poco más alta que yo porque siempre cargaba tacones demostrando que sus looks son buenos. Por mi parte el día de hoy había decidido usar solo un top de mangas hasta los antebrazos, sin tirantes en color gris, seguido de un pantalón negro sencillo y unas converse blancas con la sudadera de Mason Crawford a la cual no paraba de querer sentirla entre mis brazos.
— Muy buenos días Nova, hueles a una noche desenfrenada con alcohol de por medio — su acento me saca una sonrisa cuando algunas vendedoras me saludan sonrientes mientras camino hacia el mostrador con Vanessa detrás de mí — ¿Qué tal esos dieciocho años? ¿Qué se siente ser una completa adulta? —
— La verdad, se siente normal — alego viendo su expresión llena de sorpresa ante mi respuesta.
— Yo a tu edad estaba cogiendo con mis amigos de la universidad en Boston — comienzo acomodar los accesorios en el mostrador viendo a Vanessa darle ordenes a una vendedora.
— Vanessa, mi vida es reservada y lo sabes — la chica de mechas plateadas asiente, es mayor que yo por tan solo dos años pero parece una cría en ocasiones.
— Lo comprendo, Nova. Por cierto, ¿Qué tal el juego? — su pregunta me hace torser los labios incómoda. Vanessa no me conoce porque no he podido darme el lujo de salir con ella puesto que sus amistades siempre han sido del tipo lujosas.
— Más o menos — contesto viendo aue me fulmina conbsu mirada.
— ¿Cómo vas a decirme eso? Quisiera entenderte pero en ocasiones me cuesta... — Vanessa deja de hablar gracias a la figura imponente de nuestro jefe, el gerente del lugar nos da una mirada arreglando su camiseta negra con un estilo natural y bastante varonil, lleva a su hija en brazos, una pequeña de cinco años que pasa las manos por el cuello de su padre y todo el lugar se convierte en un auténtico silencio.
— ¡Buenos días compañeros! Que comience una nueva jornada de ventas, así que evitemos hablar demás y limitemonos a quitarles todo el dinero del bosillo a esas mujeres — comenta sonriente dirigiéndose hacia su despacho mientras sonrío divertida viendo a Vanessa observarle con deseo.
— No me importaría ser madastra de esa niña, con tal de coger con el jefe — niego despacio con las manos sobre mi cintura viendo a Vanessa alejarse con sus pensamientos lujuriosos.
La mañana transcurre en un abrir y cerrar de ojos, tenía tan solo dos meses trabajando en el lugar y me iba muy bien. La paga era buena y me ayudaba a mantener los gastos de la casa ya que el departamento era un regalo de mi padre. Vivir en Nueva York era emocionante y cada día sucedía algo nuevo, la gran manzana era llamativa y por tan motivo nunca sabías que podía suceder. Recibo un mensaje de Naím informándome que en tan solo cinco minutos pasa a recogerme del trabajo ya que hoy me tocaba medio turno.
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El Primer Homerun
RomanceNo creía que el amor fuera tan complicado... Hasta que lo conocí a él y supe que desde ese momento nada de mí iba a volver a ser como antes.