Capítulo 01. Prólogo

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6 AÑOS DESPUÉS DE LA CREACIÓN DE LA NUEVA REPÚBLICA GALACTICA, 26 AÑOS DESPUÉS DEL ALZAMIENTO DEL IMPERIO.

En una pequeña granja en la luna mandaloriana, Concordia, vivía la familia Skywalker. Un joven en mediados de sus 20 y su padre de más de 60 vivían allí, en una tranquilidad absoluta. Pero una nave que aterrizaba en las inmediaciones de la granja, alterando la paz y el silencio del lugar. Los pájaros de los árboles revoloteaban huyendo de la gran obra de ingeniería aeroespacial, y algunos pequeños animales salían de sus escondites.

—Luke, ve a ver quién es. Que yo sepa nadie nos avisó que iba a visitarnos, iré a por el rifle, por si acaso —Dijo el mayor, dirigiéndose a su casa fabricada con troncos de madera. El rubio Skywalker de pelo corto se acercó sin temor a la nave, allí nunca iba nadie, al menos, no sin previo aviso, y tampoco es que pensara que fueran bandidos, al contrario de su padre, ya que todo el sector estaba en buenas manos, gracias a los pilotos de los Protectores Mandalorianos.

La escotilla se abrió, revelando a una mujer muy bien peinada, y cogiéndola de la mano, un pequeño niño de unos 5 años, de pelo negro y rasgos similares a su padre —¿Leia? ¿Qué haces aquí? —Preguntó Luke, mirando asombrado a su hermana, quien no avisó de su llegada —Pasaba por el sector y decidí acercarme a saludar. ¿Cómo está papá? —Replicó la mujer, mientras el niño corría a los brazos de su tío

—¡Tío Luke! —Exclamó el niño con toda la alegría posible. Su tío lo cargó y lo abrazó con mucho cariño, añoraba al pequeño Ben Solo, y por fin se volvían a reencontrar —Papá está bien, aunque tengo que decirle que no dispare, últimamente está un poco paranoico —Se dirigió a su hermana, quien rodó los ojos —¿Ya ha vuelto a coger el rifle? Por la fuerza... la última vez disparó a Rex. Por suerte falló el disparo, por varios metros —Dijo Leia suspirando al final, su padre fue el elegido de la fuerza, y ahora se había convertido en el hombre más desconfiado de la galaxia.

Luke, con Ben en sus brazos, y Leia se dirigieron a la granja, allí les esperó el hombre con el rifle cargado —¡Papá! ¡Es Leia! ¡No dispares! —Gritó Luke levantando su brazo izquierdo y agitándolo para evitar que su padre disparara hacia ellos. Anakin, que estaba en el tejado de la casa, abrió los ojos como platos, descargó el rifle y bajó de allí con un potente salto. A pesar de ser ya casi un anciano, por unos cuantos años, seguía teniendo la misma agilidad física que cuando era un padawan —Leia, hija mía, no te esperaba por estos lares, ¿Todo bien? —Preguntó el padre a su hija, abrazándola con toda la calidez que podía —Estoy bien papá, solo he venido a visitaros, venía de paso hacía Chandrila —Respondió Leia con una sonrisa de oreja a oreja.

—Todavía no has dejado la política, ¿eh? Cada día me recuerdas más a tu madre... —Anakin, suspiró al final de la frase —Entremos en casa, que empieza a hacer frio —Comentó Luke, dejando en el suelo a Ben, y viendo como el pequeño corría lo más rápido que podía.

Los cuatro entraron en la casa, y lo primero que hizo el pequeño Ben fue mirar el lugar con ilusión. Era la primera vez que estaba allí, así que inspeccionó el lugar con cautela y detenidamente, como si de un misterio se tratara. Los gemelos se sentaron en un sofá fabricado con madera, tela y plumas, mientras Anakin se disponía a hacer un café para todos ellos. Se dirigió hacia la cocina, que, afortunadamente, no tenía paredes y permitía una visión amplia del salón-comedor y del recibidor. De repente, el comunicador de Luke sonó, y no tuvo más remedio que contestar.

—Aquí Luke, ¿Ocurre algo? —Dijo Luke por el comunicador.

—No es nada, solo quería preguntarte si podrás estar en la academia para dentro de un par de días estándar o si, por el contrario, tendré que hacer de niñera Jedi otra vez —Se oyó una voz femenina por el comunicador, una que Luke conocía a la perfección—No creo Mara, pero si necesitas ayuda, siempre puedes llamar a Cal, él siempre está disponible para ayudar a los aprendices —Mara Jade no tardó en suspirar, seguramente le cargaría el trabajo al bueno de Cal Kestis. Un grito sonó de fondo, uno de los niños estaba peleándose con otro de los aprendices —Tengo que dejarte, te quiero Luke —Luke sonrió cuando la llamada terminó, se sentó junto a Leia en el sofá mientras Anakin se sentó en su mecedora con Ben a sus brazos. Parecían una familia feliz, y lo eran, pero faltaba algunas cabezas en el lugar.

Rebelion | A Star Wars FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora