Capítulo 02. Ashla

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Ashla y Luke se dividieron, él iría a ver al Kenobi, mientras ella intentaría conseguir las grabaciones exactas del momento en las que sus dos amigos murieron. Eran tareas que requerían un alto grado de paciencia, pero ambas tenían en común el tiempo que tardarían en realizarlas, y para la desgracia de ambos, iba a ser mucho.

La togruta se dirigió a su apartamento, y encendió el holoproyector, era más cómodo visualizarlo ahí, no solo por el tamaño, si no por la propia iluminación del lugar, que invitaba a usarlo. Se puso cómoda y pulsó unos botones de su brazalete —Tengo que hacerle un holograma, odio esta pantallita —Pensó ella, arrugando la cara porque apenas era capaz de leer lo que ponía en la interfaz del dispositivo. Tras unos instantes, consiguió visualizar su brazalete en el holoproyector —Hurra —Dijo para sí misma en voz baja con cierta gracia, una lástima que no hubiera nadie más que ella en el lugar que pudiera escucharla.

El volumen estaba demasiado bajo, a lo que pulsó un botón y puso rápidamente el sonido a la mitad de su capacidad sonora, más o menos. Sabía que esos altavoces tenían cierta potencia, pero destacaban en su fidelidad, pero fueron difíciles de fabricar, tanto que necesitó la ayuda de su querida madre para hacerlo, y de eso ya hace unos años. Pasó un par de veces de imagen, hasta que encontró una cámara que le era muy relevante. Era el lugar que usaron como punto de encuentro durante la incursión a la Segunda Estrella de la Muerte, perpetuada por un grupo de 5 personas, entre las que se encontraban la propia Ashla, Luke Skywalker, el ex líder de los Protectores Mandalorianos Mands Vizsla; la hija de Obi-Wan, Beatrix Kryze-Kenobi y el clon CT-1409 <<Echo>>.

En la gran pantalla se proyectaban las imágenes de las personas que llegaron a tiempo (y que sobrevivieron) a esa peligrosa misión, primero llegó Ashla, luego el clon y, por último, Luke. La togruta usó la fuerza para encender uno de sus ordenadores, sin tener que levantarse del lugar y no perderse ni un microsegundo de vídeo que fuera relevante. Miró de nuevo el holoproyector, y escuchó las voces en su cabeza del momento.

"—¿Dónde están Bexy y Mands? Deberían haber llegado ya —Habló Ashla

—No hay tiempo que perder, salgamos de este sitio YA —Sonó la voz de Echo

...

—He sentido un disturbio en la fuerza, algo va mal —Comentó Luke, sonando una gigantesca explosión detrás de la nave en la que habían salido, el Halcón Milenario"

Ashla se estremeció, y paró el vídeo. Eso no iba a ser sencillo, sus habilidades de la fuerza eran raras, pero le permitían sentir los ecos de la fuerza, tanto los de sus propios recuerdos como los que han visto otras personas, algo que, dependiendo del momento, era útil o no, y en ese momento, solo causó dolor.

Cuando se volvió a concentrar, pensó que era más fácil hacer el trabajo si lo automatizaba, y también que iba a ser menos doloroso para ella. Así que se sentó frente al ordenador más potente que tenía, y comenzó a buscar algo dentro de sus archivos, pero no tardó mucho hasta encontrar lo que buscaba —Nunca he usado esto, pero hay que probarlo —Se dijo para sí misma, ejecutando una línea de comandos, haciendo que su ordenador fuera usado por una inteligencia artificial, similar a la de un droide astromecánico.

Cuando vio que funcionaba, solo tuvo que ingresar la petición y la máquina haría el resto, solo esperaba que en el proceso no incendiara el edificio entero, recordado como una vez, haciendo sus experimentos con androides y ordenadores, acabó incendiando el apartamento entero.

El ordenador comenzó a leer los vídeos, y como Ashla había ordenado, descartaba los videos de las salas donde no había ningún tipo de actividad que no fuera lo que buscaba, a su amiga y a su ex mentor. La IA lo hacía a una velocidad lo suficientemente rápida como para que tardara menos de un día en lograr dicha tarea, pero demasiado rápido para que Ashla pudiera ver algo de interés. Suspiró, pero rápidamente pensó que podía ir a una tienda de componentes electrónicos y mejorar su brazalete, cosa que era fácil para alguien de su talento. También iría a llevar su armadura para que la repintaran, cosa que hacía cada poco tiempo, porque odiaba la monotonía, y eso se expresaba no solo en su armadura mandaloriana, sino también en su propio apartamento, en los fondos de pantalla de sus tabletas de datos y ordenadores.

Rebelion | A Star Wars FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora