Vida mía, olvídame: 6. Vida mía, olvídame.

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Narrador omnisciente.

Alexandra ya tenía 8 meses de embarazo y ya habían pasado 6 desde que su amado se había marchado, se sentía hinchada y dolorida, y no solo por los dolores de espaldas pues su pequeño prometía ser tan grande como su papá, sino en el corazón, porque Franco había encontrado la felicidad en sí mismo, porque él la había olvidado, y ella empezaba a olvidar los pequeños gestos que hacía, las líneas de expresión de su cara, a pesar de que se había esforzado en memorizarlo todo, cada detalle, pues ella ya empezaba a olvidar, y tan solo habían pasado 6 meses, no quería pensar que tanto olvidaría de él en los siguientes meses, años, pues las posibilidades de volver a verlo eran tan escasas.

Se había enterado que su vuelo era a nada más y nada menos que Bolivia, país natal de su madre, que al parecer si sabes moverte y trabajar bien, ganar dinero en esas tierras extranjeras era tan fácil como masticar pan, ella lo sabía por qué él la había llamado dos semanas después de su partida, para decirle que estaba bien y que su madre después de insultarlo en un idioma que desconocía, ¿Cómo lo había llamado? Aymara, sí, ese era, lo dejo pasar a su casa, también menciono algo sobre que era lindo hablar español y que familiziarse con aquel acento que hablaban los paceños, nativos de la parte del país donde se encontraba, sería un reto pero también divertido pues ellos hablaban en s y les costaba pronunciar la rr, tal como a los gringos, lo cual en un hablante hispana era extraño, pero era parte del lugar al que pertenece y estaba feliz.

Ahora se encontraba sentada en su sofá, comiendo helado de sandía, mientras que esperaba que Ricky, el que era su ex prometido y ahora su novio, regresara del trabajo, resulta que después de que Franco prendiera a su aventura, Ricky la había buscado y después de que ella le confesara entre lágrimas que estaba embarazada de su ex y que ni siquiera pudo decirle, él insistió en que lo dejara hacerse cargo del bebé, pues él aún estaba muy enamorado de ella.

Ella eventualmente terminaría de olvidar a Franco, tal vez incluso nunca le llegase a decir a su pequeño quien era su verdadero padre, y él la olvidaría a ella también, tal vez se casaría con una linda Boliviana, y tendrían pequeños de piel trigueña y cara redonda, o tal vez de tez clara y ojos verdes, tan lindos como los suyos.

Él había obtenido su tan ansiado dosis de caos, se había liberado de sus miedos y ella también, había encontrado la estabilidad que no sabía que necesitaba, él le había permitido verlo y sin querer le había dado a su pequeño para estabilizarse de una vez por todas. 

Ahora todo estaba bien, su amor tan corto, pero tan fuerte había sido todo lo que habían necesitado para ser felices, aunque si me lo preguntas, no fueron más que inmaduros que dejaron ir al amor de su vida, y ahora están condenados a olvidarse mutuamente.

Fin.

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