Vida mia, olvidame y otros cuentos.

Vida mía, olvídame: 5. Vida mía, sáname.

Alexa.

Sus ojos color avellanas me observan expectantes, trae el cabello desarreglado y no tengo idea donde dejo su fea corbata, ciertamente es extraño verlo sin ella.

—Franco.

—Alexandra.

Silencio.

—Lo siento, yo no debí... —intenta.

—No, yo lo siento, tú tienes razón, necesito estabilidad, te necesito.

Niega con la cabeza.

—No, no lo haces, tu vida está bien, realmente yo soy el miedoso de los dos, esa discusión solo era yo proyectándome.

Ahora yo niego con la cabeza.

—No, solo dijiste la verdad, y si eras tú proyectándote, ¿no crees que nos parecemos más de lo que crees?

Sus ojos se llenan de lágrimas, se acerca a mí y me besa, llenándome con ese amor tan ferviente dentro suyo, me comparte su pasión y todos sus sentimientos atreves de este beso.

—Te amo, y sé que si continuamos esta conversación probablemente volveremos, haremos el amor y yo nunca podre tomar ese vuelo, porque lo necesito Alexa, necesito tomar ese vuelo y encontrarme a mí mismo —Me mira a los ojos y sus pulgares trazan carisias suaves en mis mejillas. —Necesito salvarme a mí mismo, necesito empezar a creer que soy suficiente a ser valiente —Une su frente a la mía —y gracias por estos increíbles 3 meses, muchas gracias, y juro que deseo lo mejor para ti y deseo que nunca te encierres en una rutina y esa linda luz que tienes nunca se apague —Vuelve a besarme con la misma intensidad de antes, diciéndome adiós.

—A veces para encontrar la sanación solo nos necesitamos a nosotros mismos, te amo, Alexa, y por favor olvídame, a menos que vayas a recordarme como una persona valiente.

Se aleja dejándome con la palabra en la boca, lo veo darme la espalda y salir corriendo, lo veo salir tan vivo como nunca antes lo había presenciado, y se va sin que haya podido contarle que me había dado la estabilidad que necesitaba, que ahora crece en mi vientre, tan diminuto y que ni siquiera puedo oír los latidos de su corazón todavía.