Vida mía, olvídame: 3. Vida mía, estoy aquí.

5 3 1
                                    

Alexa.

Muchas cosas han cambiado, bueno en mi vida eso no es una novedad, pero el hecho que aquel chico Franco que conocí en aquel bus ahora es mi novio, y llevamos 3 meses de relación y justo ahora me estoy planteando que tan malo sería decirle que lo nuestro se acabó, mira él es un excelente polvo, muy cariñoso y todo eso, pero, mi límite de aguantar a una persona son 3 meses, ese era el límite con mis exs antes de mi ex prometido e incluso con los amantes que mantuve durante mi extenso noviazgo de 2 años y honestamente no quiero cambiar aquello.

También está el hecho que gracias a él tengo trabajo pero ya me he dicho que si aguante dos años al otro por interés y sí que tenía mucha plata, a este que solo me consiguió un empleo —que pienso dejar— no vale la pena, ya me consumí antes, ¿por qué lo haría ahora?

—Alex, Alexa, Alexita —ríe.

Dirijo mi atención a la puerta donde ahora se encuentra Franco con una tierna sonrisa y un traje de sastre que ciertamente le queda genial. Con su ya usual fea corbata.

—Solo Alexa, por favor —pido con respecto a mi nombre.

—O... puedo llamarte amor.

Hago una mueca.

—Eso es cursi y muy común. Es demasiado para mí.

—Estoy contigo, ya buscaré una manera diferente de llamarte, en fin... ¿quieres ir a cenar?

Suelto una risa burlesca — ¿Ya me hiciste espacio en tu presupuesto?

Espero que no, porque ahora va a tener dinero de sobra para cenar.

Ríe —No, solo que el sueldo en este nuevo empleo es mejor y ¿qué si lo hice?, consentir a mi novia siempre será buena idea.

Suelto un suspiro cansado, es demasiado bueno, en muchos sentidos, para mí, yo soy una bola desastrosa incapaz de encontrar estabilidad, con miedo de terminar en una rutina.

—Déjame vestirme, y vamos.

Asiente y sale del lugar silbando al ritmo de alguna canción que desconozco, vuelvo a soltar otro suspiro, esta será una noche larga.

(...)

Sus ojos color avellanas me observan detenidamente, tiene el ceño profundamente fruncido. Tanto que sus espesas cejas casi se tocan.

— ¿Puedes repetirlo? —Su voz toma un contraste oscuro.

—Que creo que lo nuestro no está funcionando.

Asiente, posa su atención en su plato vacío delante de él.

— ¿Por qué? —Cuestiona aun sin mirarme.

—Tú y yo somos completamente diferentes, somos dos polos opuesto y una relación con dos personas tan diferentes no puede funcionar, es simple, Franco.

— ¿Y qué es lo que buscas? ¿Un gilipollas que sea igual de inestable que tú? ¿Qué renuncie a su empleo cada vez que se le apetece "vivir una ridícula aventura"? —Escupe. —Mira, Alexandra, eres una persona que si bien es arriesgada y no teme saltar al acantilado, y sé que soy lo opuesto y me cuesta salir de mi zona de confort, tampoco hay que ir por la vida saltando antes de tiempo o cuando malditamente sabes que si saltas te toparas con el suelo antes de tiempo y toda tu vida se ira al carajo.

>> ¿Crees que no sé qué esta es otro de tus ridículos saltos? ¿A que le temes? ¿A qué malditamente te abran los ojos y te des cuenta que ya tienes 25 putos años, y encontrar una estabilidad y una pequeña rutina es lo que necesitas?

—No sabes nada de mi vida, no necesito una rutina, no te necesito.

Ríe amargamente.

— ¿A que le temes? Mira, Alexandra, algún día te estrellaras tan duro que abras deseado tener más estabilidad para no haber terminado en la calle y arruinada, y Dios quiera no sea de forma tan literal.

—Prefiero estrellarme y quedar en la calle, que vivir una vida tan estructurada como la tuya, sin emociones —siseo —solo ¡mírate! Ya pareces un zombi viviente y tienes ¡25 putos años!

—Por lo menos no me quedaré solo, porque a diferencia de ti, sé cuándo malditamente debería saltar y donde debería hacerlo, y para que sepas la estúpida inversión con esos inversionistas de mierda que planeas hacer no tiene más fondos que los tuyos, y eso no es gran cosa.

Le pide al camarero la cuenta y no me dirige una mirada, pero sé que se esta aguantado las ganas de llorar.

—No tienes derecho a opinar sobre mi vida —término por decir y me levanto de la mesa.

—Y tú no tienes derecho a entrar en la vida de otro, hacerlo sentir vivo y luego largarte por que no puedes superar tu miedo, que es tan absurdo.

Me giro y lo miro, dispuesta a contradecirlo, aun esta sentado en la mesa.

—Pero gracias, en estos últimos meses me hiciste correr riesgos y descubrí un nuevo Franco, una lástima que estés tan asustada para quedarte a verlo, pero recuerda vida mía, estoy aquí y siempre estaré aquí, cuando decidas dejar de correr.

Sin una palabra más se levanta, pasa por mi lado y me deja con el corazón en la mano, pensando que mierda hice mal y por primera vez en mi vida me arrepiento de lo que acabo de hacer, puede que haya cometido errores que sabía estaban mal, pero nunca me permití arrepentirme, pues me decía que era parte de mí, de mi crecimiento, pero ahora se siente como si fuera la peor cosa que hice en mi vida.

Lo deje ir, a él, tan lindo, tan bueno, por miedo, me siento tan hipócrita ya que los últimos tres meses estuve alentándolo a salir de su zona de confort, y ahora yo estoy aquí, corriendo de nuevo.

Esa noche refugiada en las cuatro paredes de mi departamento llamo a Ricky, mi ex prometido, y le pido perdón, por todo el tiempo perdido, por haber tomado su corazón y haberlo destruido, por nunca haber intentado ser mejor a su lado, a pesar de todo lo que me dio, por todo su maravilloso amor que no correspondí, le pido perdón y le deseo lo mejor, que encuentre alguna mujer que sepa valorarlo por como es, también le digo que le devolveré el departamento que alguna vez fue nuestro, y antes de colgar vuelvo a pedir perdón.

Y lloro, lloro hasta que ya no me queda más, hasta que el peso de mis acciones me permite dejarme dormir.

Vida mia, olvidame y otros cuentos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora