4. Donde hay uno, caben tres

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Ha pasado una semana desde que empezó todo el revuelo de las audiciones, y ya mucha gente habla de ello, aunque casi nadie se anima a apuntarse, supongo que por miedo a ser rechazados.

Noto a Lin un poco nervioso, y lo entiendo, el realmente quiere con toda su alma pasar esas audiciones. Llevamos toda la semana ensayando para cuando llegue el gran día.

Estábamos en su casa junto con Eunwoo, debatiendo sobre cosas ridículas, como que marcas de galletas eran mejores. A veces nos lo tomábamos muy enserio. Ah, si, y también sobre la audición de Lin.

—Tío, deberías relajarte un poco, llevas toda la semana con la cabeza en las nubes— Le dijo Eunwoo, viendo como Lin estaba mirando al horizonte sin ningún fin, como diría yo, que estaba "empanadísimo"

—Ya, ya lo sé... pero no puedo evitarlo, y si no paso..?

— No pienses en eso, venga, tienes que despejarte un poco.. te preocupas demasiado.
Nadie lo hará mejor que tú y lo sabes.— Le dije, para animarlo.

— Eres demasiado optimista, debe haber mucha gente talentosa, no estes tan segura...

Íbamos a seguir con nuestra discusión sin fin, cuando escuchamos un grito de la madre de Lin:

— ¡Chicos, bajad ya, que se os hace tarde! — gritó escaleras abajo.

— ¡Ya vamos! — le respondió Lin tras la puerta de la habitación, haciéndonos un gesto para que también bajáramos.

Cuando bajamos,la madre de Lin nos estaba esperando en el salón.

— Os dormisteis bastante tarde anoche, espero que no os vaya a pasar factura — nos dijo, con un tono algo burlón.

— No te preocupes por eso, ni que fuera la primera vez que nos acostamos tarde — Le dijo Lin entre algunas risas.

— Gracias por dejarnos quedarnos aquí de nuevo,  señora Huang. — Le dije con una sonrisa en la cara. Ella siempre era muy amable y linda con nosotros, así que realmente se lo agradecía.

— No hace falta que seas tan modesta, sabes que siempre eres bienvenida, Ha-neul. — me dijo, sonriente.

— Venid ya, ¡que perdemos el bus otra vez! — nos gritó Eunwoo, ya en el porche, haciéndonos señas con los brazos.

— ¡Ya lo sabemos, vamos ya! — le grité como respuesta.

Recuerdo que era un día bastante nublado, con el cielo oscuro, casi no pareciera que fuera de día.

Cuando estábamos por entrar, justo comenzó a llover. Estábamos a varias calles del instituto, que buen día para olvidarme el paraguas...

— Ven, Lili — me dijo Lin, antes de que me levantara para bajar.

— ¿Mmmh? — balbuceé, mientras me acercaba a él para ver qué quería.

— Tienes que recogerte el cabello, sino te lo vas a empapar — me dijo, mientras ataba mi cabello en una coleta alta. — Te dejare el mechón rubio fuera de la coleta, se que te gusta tenerlo suelto —  A veces, pienso que me trata como a su hermana pequeña.

— No hace falta que seas tan protector conmigo, aunque, bueno, igualmente gracias, supongo.

— No seas así, solo evito que cojas un resfriado — me dijo él, con una sonrisa.

Horas después...
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Era el tercer descanso entre clases del día, y la cosa iba normal, solo tenía que aguantar a la insoportable de Miyeon detrás de mi, pero nada especial. De repente empecé a escuchar unas pequeñas risas atrás de mi, y empecé a sentir una sensación muy rara en mi espalda.
Enseguida me di cuenta de que era; era un insecto subiéndome ya casi por el cuello.

Estaba claro que la maldita de Miyeon sabia la fobia que les tenía, y me la quiso jugar así.
Prácticamente, me volví loca.

Juro que empecé a gritar mientras me movía desesperadamente para intentar quitármelo, mientras todavía seguía escuchando las malditas risas de ella y su grupo de amigas.

Lin no entendía nada de lo que estaba pasando, así que se acercó hacia mi rápidamente, yo ni siquiera me di cuenta mientras el corría hacia mi, solo seguía desesperada para quitarme esa cosa de encima.

Mientras me movía, me tropecé con una silla que se encontraba en mi camino y sentí que perdía el equilibrio. Cerré los ojos con todas mis fuerzas esperando el impacto, pero nunca llegó.

Cuando los abrí, vi que Lin me había agarrado por la cintura, y la silla se golpeó con la mesa de Miyeon, tan fuerte que creó un ruido que se escuchó en toda la clase. Si no me hubiera agarrado, posiblemente me hubiera golpeado en la cabeza con el filo de la mesa de Miyeon.

Con esa pequeña broma, una tontería, me había declarado la guerra. Si ella quería provocarme, no me iba a cortar, en esta "guerra", una en la que no iba a perderé ninguna manera.

𝓑𝓻𝓲𝓰𝓱𝓽 𝓾𝓹 𝓽𝓱𝓮 𝓢𝓴𝔂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora