Capitulo 3. Un encuentro disrubtivo

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Un relativo tiempo después.
Cerca de dos días.
El sol se estaba poniendo en Piltover.
No podríamos decir propiamente que anochecía, era un temprano atardecer.

La sombras de los edificios se mezclaban entre si y el foco anaranjado de luz iba ensombreciendose minuto a minuto.

Caitlyn acababa de salir de la academia, había recibido el permiso de sus padres para salir con Jayce en una de las pocas tardes libres que tenía el joven.
Sus padres tenían plena confianza en Jayce Talis, a fin de cuentas, era su protegido, y con su gran espiritu progresista e idealista sabían que llegaría lejos.

Por tanto aunque hubiera un diferencia de edad alarmante no les importaba que su hija tuviera atrevidas pretensiones con un genio del avance cientifico.
Aunque no sabían interpretar que su hija tenía... otra clase de gustos.

-Gracias por acompañarme Cait... ay... lo duro de pasar por esta época de la vida... es que socializas tan poco que parece que no tienes amigos- se quejaba Jayce dirigiendo su mirada a los cielos.

-Yo diría que ese es tu estado natural- dijo Caitlyn y soltó una risita mientra el otro le lanzaba una mirada asesina -Bueno, bueno, al menos me tienes a mi.

-Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano, no hace falta hacer cientas de falsas amistades para sentirse bien- argumentó el mayor.

-Ciertamente.

Siguieron caminando un poco en silencio hasta que llegaron frente a la casa de Jayce.

-¿Hoy no vienes a casa?- dijo Caitlyn al ver como Jayce pasaba bajo el portal de uno de los edificios proximos a la academia.

-No, tengo que seguir estudiando... y para serte sincero, no entiendo porque, pero vuestra mansión no me deja concentrarme... lo mejor será que me vuelva un ermitaño.

-Ajajaja... no por favor, más de lo que ya eres sería un esperpento- ella se rie, se limpia una lagrimita y se recoge el pelo tras la oreja -Bueno, que tengas buena sesión de estudio- y le guiña un ojo.

-Gracias Cait- el se despide con una sonrisa y cierra la puerta tras él.

Caitlyn se queda unos segundos frente al portal y después de inclinarse ligeramente hacia adelante, se empieza a dirigir a su casa.
No está muy lejos afortunadamente, pero no puede evitar sentir algo de inseguridad cuando hay tan pocas personas en la calle y la luz va menguando su instensidad a cada poco.

-Tonterias- se dice a si misma.
Y cruza firmemente tratando, sin embargo, de no hacer mucho ruido con sus botas.

Va caminandopor las calles, afortunadamente mansión Kiraman no se encuentra muy lejos mientras, camina, absorta en sus pensamientos.
Conoce tan bien las calles que puede ponerse en piloto automatico y recorrer el camino sin estar apenas viendolo.
El distrito de la academia es bastante reducido, sería extraño no saberselo de memoria después de haberlo recorrido durante tantos años.

-Mañana es el examen...- dice en voz baja.
-Bueno, está bien, hoy me encierro en mi habitación y acabo con el tema de los derechos de los yordles y su reivindicación- se repetía lo que sabía de memoria, todo estaba yendo muy bien, aunque estaba bastante pcupada por las excesivas espectativas que tenía su entorno sobre ella.
No era ni mucho menos el modelo de estudiante perfecta, y eso sus padres solo se lo perdonaban porque era una maestra nata en el manejo del rifle.
Tenía un talento natural y le daba una dedicación muy superior a la de sus estudios.
Sin embargo tampoco por ello era de las peores.
Se mantenía en una imperfecta excelencia.
Y eso le hacia sentir bien en realidad.
Porque estaba tan dotada de inteligencia como de capacidad para poder defenderse.
Y aspirar a su gran sueño.
Ser vigilante.

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