2. Número Desconocido

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Hay momentos en los que el dolor y la tristeza pesa más que cualquier cosa. Tanto dolor me hizo caer rendida. No he sentido nada.

—Despierta, Grace.

Alguien me sacude suavemente. No quiero abrir los ojos los siento muy pesados.

—Grace, Grace.

—No quiero Andru —respondí.

Subí la sábana hasta mi cabeza. No quería despertarme aún. Quiero quedarme dormida toda la mañana y solo levantarme para alimentarme. Y creo que eso haré, en este momento nada me hará levantarme.

Absolutamente nada.

—Bueno, supongo que tendré que decirle a Tom Holland que se vaya porque tú no quieres despertar.

En menos de un segundo estaba sentada en la cama quitando el antifaz para dormir de mis ojos. Empecé a ver a los lados y sólo estaba Andrea con su pijama de aguacates. Se sentó en mi cama sonriendo al ver que esperaba en serio encontrar a Tom Holland allí.

—No sé porque siempre caes.

—Te odio —susurre.

Me volví a acostar y baje el antifaz para volver a dormir. Andrea extendió sus manos y lo evitó. Subió el antifaz a mi frente.

Me quedé viéndola, Andrea me daba tranquilidad y seguridad. Desde que la conozco ha sido capaz de hacer eso.

—¿Qué pasó? —preguntó.

—¿Qué pasó con qué?

Suspiró.

—Con Luis, desde que te dije que lo vi ya no supe más de ti.

Apreté los labio y cerré mis ojos, pero por más que lo intenté las lágrimas encontraron la manera de salir.

—Si me engaña.

—Maldición —farfullo mi amiga.

Se acercó a mí y me dio un abrazo. El abrazo más reconfortante.

—No entiendo porque, después de tantos años de relación me hace esto —comenté en medio de un sollozo.

—Las personas son así Grace, son tan idiotas que hacen lo que quieren con un corazón que no es el de ellos.

—Como si eso no doliera —dije yo.

—Sí, eso es cierto —su mirada cambió de un momento a otro, de seguro se acordó de algo que iba a preguntar —¿Por qué no contestabas el celular?

Mi corazón se rompió más solo de acordarme de el. Empecé a llorar aún más.

—Está destruido.

Estire mi mano y abrí el cajon de la mesita, saqué el teléfono y se lo entregue. Mi amiga abrió sus ojos como platos viendo lo que queda de mi pobre celular.

—¿Qué le paso?

—Estaba de camino a casa y al quien me empujó y se me fue de las manos. Un auto lo aplastó y otro casi me aplasta a mí.

Mensajes De Un Desconocido [TRILOGÍA LATIDOS #3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora