5. Jack

81 10 3
                                    

Lunes, el peor día de la semana. Lo puedo confirmar en este momento.

Me levanté aún adormitada, caminé hacia el baño. Me pasé casi toda la noche terminando detalles de la pintura. Pero luego recordé que hoy era lunes y que si no dormía no podría ni abrir un ojo. Levanté mi cabeza para verme en el espejo, literalmente parezco un zombie salido de the walking dead. Necesito una ducha para poder, al menos, despertarme y parecer un poco decente.

Después de bañarme y cambiarme, me dirigí a la cocina donde, por cierto, ya se encontraba una Andrea muy feliz. Me entregó un café con una gran sonrisa.

—Feliz inicio de semana, Grace.

Si, la única que ama los lunes es ella. Necesito sus ánimos para seguir viviendo.

—¿Cómo puedes amar los inicios de semana?

Andrea se encogió de hombros dio un sorbo a su taza de café, me extendió la azúcar. Desde este ángulo puedo apreciar mejor a mi amiga, es preciosa, su cabello lacio es largo y la hace ver más bonita. Yo parezco la duff de las dos. Además es alta, muy alta.

Se acercó a mí.

—Anímate, tú me contaste que el dueño empezará a llegar a revisar todo.

Asentí.

—Según dijo mi jefa, quiere remodelar así que cambiará algunas cosas —respondí, di un sorbo a mi café.

—¿Tú que harás hoy?

—Tengo que ir a la editorial.

—Oh.

Andrea consiguió trabajo en una editorial importante, de hecho la más importante de Nueva York, crea portadas para muchos libros. Admiro su creatividad. Algo en lo que ella y yo no compartimos mucho es en la lectura. No es que no me guste, ni que me parezca aburrido. Si no que me tardó diez mil años en terminar un libro. Y terminó cansandome. Lo mío es la pintura. Creo que por nuestras diferentas maneras de pensar somos muy unidas, además de nuestra obsesión con todos los Tom de Marvel, claro.

Después de desayunar, me dirigí a la estación del metro junto con Andrea.

Las personas siempre van muy apuradas, así es la vida en Nueva York. No sé cómo logramos subir al metro y fue un milagro que habían lugares vacíos. Cuando teníamos un lugar saque mi teléfono, decidí revisar la conversación con el desconocido. Debo contarle a mi amiga por cualquier cosa.

—Sabes, cuando cambie mi teléfono recibí unos mensajes —hablé llamando su atención—. Eran de un chico, buscaba una chica. Le respondí y me dijo que esos los había enviado hace mucho. El punto es que me dijo que porque no hablábamos y que seríamos como un tipo de psicologo. Yo le cuento mis problemas el los suyos, al final no nos conocemos y nunca lo haremos así que no debemos preocuparnos.

Creo que deje caer la bomba sin siquiera advertir a mi amiga. Su boca está abierta por la sorpresa y no siquiera puede decir una palabra.

—¿Qué dijiste?

Rasque mi nuca en señal de nerviosismo.

—Que sí —susurre bajito.

Su boca se abrió más.

—Puede ser un asesino o peor, un demente.

—Yo... Es que... Bueno...

—No se que estabas pensando. Debes tener cuidado Grace. ¿Estás segura que quieres hablar con él?

Mordí mi labio.

—¿Y cómo sabemos si en serio es un hombre?

—Hablando con él —murmure.

Mensajes De Un Desconocido [TRILOGÍA LATIDOS #3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora