One shots de Harry potter que hago/traduzco cuando estoy aburrida, no tengo fechas específicas para actualizar pero lo haré lo más rápido que pueda, todos los one shots serán para lectoras con pronombres femeninos :)
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Terminó la escuela y finalmente pudiste ver a tus chicos después de semanas sin ellos. Era un cálido día de julio, el día perfecto para un picnic. La madre de James tuvo la amabilidad de prepararles a los cuatro una canasta de picnic llena hasta el tope con todas sus bebidas y comidas favoritas.
Los cuatro acababan de salir de Potter Manor, Sirius con una manta en la mano, James cargando la canasta y Remus con un libro debajo del brazo, el otro vinculado con el tuyo.
-Cuánto más falta, Prongs- se quejó Sirius. -Llevamos caminando al menos una hora-. -Ni una hora, Pads. Quince minutos. Te lo dije, es media milla- -¿Sí? Bueno, me estoy cansando y ella también. Mírala- sonrió. -¿De qué estás hablando?- Te reíste. "Estoy perfe- Te interrumpieron cuando Sirius te levantó, tirándote sobre su espalda, y chillaste. -Toma esto, Moony- Sirius le arrojó a Remus la manta.
-¡Canuto! ¡Bájame!- Gritaste Llevabas un vestido de verano y estabas segura de que la ligera brisa levantaría su tela y deslumbraría a alguien. -Vamos, cachorrita. Déjame divertirme- Sirius corrió lo más rápido que pudo mientras te sostenía. -¿Adónde vas, James?- Gritó. -Justo sobre ese puente-gritó en respuesta. Sirius comenzó su caminata, corriendo hacia el puente. -Sirius, lo juro. Si no me bajas ahora mismo, voy a vomitar. Sabes que tengo un estómago sensible- refunfuñaste.
Sirius no respondió; en cambio, continuó caminando y luego volteó tu cuerpo hacia delante, por lo que estabas en sus brazos al estilo matrimonial. Él sonrió. -¿Disfrutaste el viaje?- -Ni un poco- dijiste desafiante, hizo un pequeño puchero. -Está bien, tal vez un poquito- sonrió.
Te recostó suavemente sobre la hierba y te besó suavemente. -Hey- te apartaste de Sirius y viste a James y Remus caminando hacia ustedes dos, el brazo de James alrededor de la cintura de Remus. -Hora de comer, bebés- James sonrió. Remus dejó la manta y tú le quitaste la canasta a James. Ustedes cuatro se sentaron alrededor de la comida, pasándola de un lado a otro. Comenzó con sándwiches de pepinillos y café (que Moony insistió en que era la única bebida que queria traer), y cuando terminó, miró en la canasta para el postre.
-Moony- jadeaste. -Mira lo que tenemos- Revelaste un recipiente de chocolate derretido y fresas. Lo tomaste y hundiste una fresa en el chocolate y se lo pasaste a Remus. -No, gracias, yo solo quiero chocolate- sonrió. -Yo lo tomaré, entonces- James sonrió y te arrebató la fresa cubierta de chocolate de la mano. -¿Solo chocolate, entonces?- le preguntaste, sonriendo. Mojaste un dedo en el chocolate y lo untaste en la barbilla de Remus. Sus ojos se agrandaron. -¡No desperdicies el chocolate!- Remus exclamó y Sirius se rió. -Yo lo arreglo, Moony. No te preocupes- Sirius jaló a Remus por el cuello de su camiseta y lamió el chocolate de su piel. -Delicioso- sonrió. -Atrás, Canuto- Remus se rió tímidamente, poniendo una mano sobre el pecho de Sirius. -Está bien, no más comida. Cariño- James se volvió hacia ti. -Te lo conté todo sobre las flores, ¿verdad? Vamos a verlas. Están bajando la colina- Se puso de pie y agarró tu mano, levantándote. -Yo también voy- anunció Sirius. -Yo me quedo con mi libro- Remus lo sacó del bolsillo trasero. -Que se diviertan- Sirius negó con la cabeza. -Vamos, Moony. ¡Ven a ver las flores con nosotros!- Suplicó. -En un rato- dijo, su nariz ya enterrada en su libro. -Bien-resopló Sirius. Se volvió y te miró. -Vamos, entonces!- Te tomó a ti y a James de la mano y comenzó a correr hacia las flores.
Cuando llegaste al pie de la colina, te quedaste sin aliento. Fue hermoso. La hierba estaba llena de flores silvestres amarillas, no había una mancha en el campo que no fuera amarilla, y parecía continuar así por millas. -Oh, es hermoso- dijiste. -Acuestate conmigo- respondió James Se acostó, sus brazos y piernas se abrieron como si estuviera haciendo ángeles de nieve. Tú y Sirius se acurrucaron a ambos lados de él, tomando el sol y mirando el cielo azul.
Después de un momento de admirar el cielo, suspiró. -Esto sería más perfecto si Remus estuviera aquí- dijiste, Sirius te miró, luego a James. -¿Quieres que lo traiga?- contestó -Ve si puedes convencerlo- sonrió. -Muy bien, arriba, Prongs. Me vas a ayudar- Sirius extendió una mano y levantó a James. -¿Cómo voy a ayudar?- -Solo vamos- dijo Sirius. Ya estaba subiendo la colina, con James a cuestas.
Esperaste unos minutos, apoyándote en las manos, mirando hacia las nubes. Estabas a punto de levantarte y ver cómo estaban los chicos cuando escuchaste a Remus: -¡Hey ¿Qué diablos están haciendo- Lo siguiente que supiste, fue que Sirius y James estaban cargando a un Remus enojado colina abajo. James lo sostenía por las piernas y Sirius lo cargaba por las axilas. -¡Lo tenemos para ti, _____!- Gritó Sirius. -Gracias-le gritaste. Y gracias a ti por venir, Moony- sonrió. Sirius y James lo dejaron a tu lado. -Sí, no hay problema- refunfuñó, empujando la pierna de James.
-¿Te gustan las flores, Rem?- preguntaste mientras James se sentaba con las piernas cruzadas y Sirius se dejaba caer en su regazo. Remus pareció haber notado finalmente que estaba sentado en un hermoso campo de flores. Sus ojos se iluminaron y arrancó una flor del suelo. -Sí, en realidad- Parecía hipnotizado por la flor. -Son un poco bonitas- murmuró. Le quitaste la flor de la mano y se la colocaste detrás de la oreja. Sonreiste. -Ahora, eres un chico aún más lindo de lo que eras antes, Moony- Se sonrojó y se rió levemente. Te acostaste, la hierba te hace cosquillas en los oídos. -Acuéstate sobre mí, Remus- Él hizo. Su cabeza sobre tu pecho y su mano sosteniendo la tuya sobre su cabeza. -Ustedes también, tontos- miraste a James y Sirius, quienes estaban luchando, tratando de ponerse pétalos en el cabello del otro. James sonrió cuando te miró. -¿Le gustaría algunas flores, mi señora?- bromeó. Todo lo que podías hacer era sonreír antes de que él y Sirius comenzaran a rociar flores en tu cabello.
Cuando estuvieron satisfechos con la cantidad de decoración en tu cabello, se acostaron. James acurrucado a tu lado, su nariz acariciando tu cuello y Sirius entre tus piernas, su cabeza descansando sobre tu estómago. Después de un tiempo, miraste a Remus. Tenía los ojos cerrados y el rostro completamente relajado. No se podía saber si estaba durmiendo o simplemente disfrutando del sol. Miraste a Sirius, que estaba abrazando tu pierna como una almohada y respirando profundamente. Estabas segura de que estaba durmiendo. Luego miraste a James, sus ojos estaban cerrados, pero cuando sintió tus ojos en él, los abrió y se volvió hacia ti. El sonrió suavemente.
-Esto es perfecto- susurró. -Gracias por traernos- -Por supuesto, bebé. Cualquier cosa para ustedes, chicos- murmuraste y besaste su nariz. Sonreíste y volviste a mirar al cielo.