Amor y holocausto

La gran noche parte II

Claudius al ver lo nerviosa que estaba "tuvo la amabilidad" de darme un bocado en la boca, yo sentí como golpeaba muy brusca la cuchara sobre mis dientes, me tape la boca en forma de "juego" para que los invitaron no notarán que me había lastimado.
- disculpen a mi esposa es un poco inmadura, suele creer que todo es un juego.
- es lo malo de las mujeres creen que todo es broma, lo que hace falta es enseñarles que esto no es un juego, mejor dicho ¡¡nada lo es!!
- mejor no lo pudo haber dicho comandante Holger.
- así debe de ser mi estimado Claudius.

Toda la noche se estuvo hablando acerca de como funcionaría el campo de concentración, a medida que pasaba el tiempo yo notaba a Claudius cada vez más ebrio y en cambio yo sentada a su lado fingiendo felicidad, no era la única bien sabía que las demás también lo hacían, término la cena me levanté de la mesa para ir a mi habitación cuando Claudius me tomó fuerte del brazo y me dijo: ¿a dónde vas? Hoy tienes que dormir conmigo y satisfacer mis necesidades, ¿es  lo menos que puedes hacer no? Vete te saque de la miseria y tienes que pagar un módico precio por ello.
- estas muy ebrio me iré a dormir.
- no irás a ningún lado, te quedarás en mi habitación y me cumplirás como la esposa que se supone que eres..

Me tomó con tal fuerza y brutalidad que no me quedo más que ceder ante ello, llegamos ala habitación y comenzó a desnudarme arrancando mis prendas, cual animal que desea devorar a su presa, comenzó a besarme los labios francamente el olor de su boca era más que repulsivo olía demasiado a alcohol y su forma de besar era bruta y sin amor alguno, mi cara sin expresión pues cuando estábamos en el acto a mi  mente sólo venían imágenes de mi tan deplorable vida, de como batallábamos para poder comer yo y mis 5 hermanas, que mi madre jamás se ocupó de nosotras, hasta que comenzamos a crecer y buscábamos la forma de sobrevivir, una tía me enseño algo de educación y modales no mucho pero sí algo para poder conquistar a Claudius, a el lo conocí un día que Fui con mi tía. Por así decirlo era una dama de compañía, cuando mi mirada se cruzó con la de el sentí una enorme atracción física, pero tal párese que el lo único que sintió fue deseo.