Esperanzas muertas

1.6K 55 0
                                    

La promesa que le hice a Amiel, por el momento no podía cumplirla, yo sabía que necesitaba verlo, después de conocerlo ya nada era igual , no intercambie muchas palabras con el, pero había una gran conexión, un par de semanas después Claudius me levanto el castigo, con la condición que sí me volvía a ver cerca de aquel campo acabaría mi vida como la de esos pobres niños, desdichados por ser judíos, no pasó mucho cuando quebrante sus órdenes, espere a que se fuera y corrí lo las rápido que pude al campo, me asome por la reja y fue cuando lo vi otra vez, Amiel trabajando, grite su nombre y cuando sus ojos hicieron contacto con los míos sentí un gran alivio de verlo con vida.

-¡Agnes! ¿Cómo haz estado?
- pues no tan bien ¿ y tu?
- ¿yo? Ansioso por verte, disculpa mi atrevimiento, pero desde ese día no deje de pensar en ti, estabas tan bella, que....... Olvídalo..
- haces que me ruborice, pero gracias por el cumplido, hace mucho que no me decían algo así.
- oye Agnes me tengo que ir, sí me ven aquí nos va a ir mal a los dos.
- esta bien, mañana espérame, vendré a verte.
- cuídate mucho, se que en brazos de Claudius no estas segura.
- lo haré te lo prometo Amiel.
- ¡¡¡espera!!! Antes de que te vallas te quiero decir algo.
-¿que?
- eres la mujer más bella, que eh visto en toda mi vida.
- gracias. Eso fue muy lindo de tu parte.

Me fui demasiado feliz no podía creer que para alguien era atractiva, que para alguien yo era hermosa, será que hace mucho tiempo que alguien no me hacia sentir así, corrí de nuevo, pero ahora de regreso a casa, me encerré en el cuarto y no salí de ahí.
Mi cómplice era Hilda y aunque ella no sabía de este amor clandestino me cuidaba las espaldas, habían Veces que me culpaba a mi misma, por que yo sabía bien que si algún día se descubría la verdad ella pagaría las consecuencias de mis actos, para mi fortuna mi esposo no me pedía ningún tipo de contacto con el, todo parecía indicar que tenía a alguien más, sólo se limitaba a darme órdenes para que todo pareciera un matrimonio ejemplar y yo de alguna manera acataba esas órdenes por que yo lo veía más como un trabajo que como un matrimonio.

Amor y holocausto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora