Libertad

1.8K 67 4
                                    

Cuando escuché el motor de ese carro alejarse sentí una tranquilidad tan grande que no puedo ni expresarla..
Se acercó a mi Hilda y me pregunto:

- ¿señora no se aburre de estar sola?
- no Hilda en lo absoluto.
- ultimadamente el señor la ha dejado mucho tiempo sola.
- lo que tu no comprendes es que ese es su trabajo Hilda.
- esta bien señora disculpe mi indiscreción
- no te preocupes tu no tienes la culpa de nada.
- ¿quiere que le preparé el baño?
- no ahorita yo lo hago, gracias

Me duche y me dispuse a dormir, dormí como nunca y en la mañana temprano me levanté, le pedí de nuevo la comida y me fui al campo, llegué y estaban la niños pero no el.

- hola niños ¿no han visto a Amiel?
Ellos señalaron a Amiel trabajando, no lo podía creer, las condiciones en las que trabajaba eran verdaderamente inhumanas.

-bueno les dejo esta comida y le guardan poquita a Amiel se las di envuelta en una bolsa....

De regreso a casa ya me esperaba afuera Claudius por cierto estaba molestisimo, me vio y si. Mediar palabra me empezó a golpear.
-¡te dije que no quería que salieras!¿por qué les llevaste comida a esos "bastardos"?
- son sólo niños Claudius
- ¿¿niños?? No seas estúpida son enemigos, ¿acaso quieres morir igual que ellos?
- ¡quisiera cualquier cosa menos estar contigo!
-¡eres una malagradecida! ¡¡¡Hilda!!! De ahora en adelante te ordeno que no dejes salir a esta bastarda mal nacida, no quiero que sienta los escasos rayos del sol siquiera ¿te quedo claro?
- sí señor

Y se largo dejándome  bajo llave en la casa. Pasaron 4 días y yo sólo miraba por la ventana pidiéndole a Dios (yo sí creía en el a escondidas) que cuidará a esos niños de la furia del bastardo que era mi esposo.

Un día por la mañana llego se acerco a mi y me pidió que me arreglara que iba a tener una cena importantísima, por lo que yo tenía entendido llevaría a presos como meseros y como músicos.
Me arregle y baje antes de la hora del evento cuando escucho mi nombre a lo lejos ¡Agnes! Mire hacia un costado y era Amiel

- ¡hola Amiel! ( dije en voz baja)
Por suerte el verdugo de Claudius no estaba y le pedí de favor a Hilda que me hiciera guardia en lo que hablaba con el
- ¿por qué no fuiste al campo?
- me tenían vigilada ¿y los niños?¿cómo están?
- los niños murieron en la cámara de gas, un desgraciado llamado Claudius mandó a que los mataran.
- Claudius es mi esposo, después te cuento.
- ohhh no sabía perdón ¿cuando te veré de nuevo ?
- espérame en el campo procurare ir, te lo prometo.

Amor y holocausto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora