─ Kim SeokJin, Min YoonGi ─ una voz desgastada pero joven recitó, subiendo la vista del fuego encendido.─ Halcones blancos ¿o me equivoco?─ EunJi, la Bruja Roja. ─ Jin presentó, a lo que YoonGi hizó una corta reverencia hacia la reconocida bruja de cabello color fuego, vestida delicadamente por sus prendas de cuero de un color rojo levemente más oscurecido.
─ es un verdadero honor tenerlo aquí, mis lores.─ ella se inclinó con paciencia y respeto.─ creo saber por qué los dioses los han conducido hasta aquí.
YoonGi no habló, manteniendose sereno y frágil a unos cuantos pasos de distancia, detrás de SeokJin, su único guardia en aquél lugar que no le estaba transmitiendo tan buena espina. O, tal vez, solo era el tema que ella estaba tocando y que, justamente, a él lo relacionaba.
─creo que también sabes que venimos por lo mismo todos los años.─ SeokJin cortó, yendo directamente al grano para sacar rápidamente a su señor de ahí.─ terminemos con esto ¿está bien?
La mujer asintió, con una extraña sonrisa tirando de sus labios decorados con un rojo tan vivo, al punto de que YoonGi creyó por un momento que eso era sangre. SeokJin lo miró por sobre su hombro, casi preguntandole con sus ojos si estaba bien.
YoonGi no respondió, curioso de las acciones de la mujer que ahora extendía extraños pergaminos sobre su mesa, encendiendo velas blancas en las esquinas de las mismas. Una parte de sí mismo le reprocho que debería estar acostumbrado pues todos los años, esto era lo que sucedía.
Sin embargo, cada vez que sus pies pisaban ese terreno, el interior de aquella casilla, se sentía como la primera vez.
El proceso de descubrimiento sobre cuantos días duraría su celo en aquella luna roja que se aproximaba velozmente siempre le ponía los pelos de punta, incluso teniendo a tantos guardias a su alrededor.
EunJi no tuvo que decir nada mientras encendía el fuego en las lamparas contiguas a la mesa de concreto preparada para el cuerpo, puesto que YoonGi por su propio lado se retiraba con cuidado sus prendas superiores con ayuda de su acompañante.
Incluso cuando YoonGi no lo deseaba, sus alas se desprendieron de su escondite y se liberaron sin cuidado, extendiendose en su glamour, como si no les importaran sus viejas heridas mas graves.
YoonGi intentó ignorarlo, terminando de deslizar su camisa blanca fuera de sus brazos y entregandosela rápidamente a SeokJin, quien tampoco soltó palabra alguna.
Subió con agilidad sobre la fría y seca piedra, con las llamas mezclandose entre lo rojo y lo anaranjado, iluminando de cerca su cuerpo para que a la bruja no se le perdiera detalle alguno. A pesar de que aquello no tenía demasiado que ver con el proceso que le continuaría.
YoonGi se relajó, con el líquido blanco deslizandose entre sus labios y descendiendo por su sistema. Otra vez, sintiendose como la primera vez en que todo estaba sucediendo.
El sueño comenzó a desear arroparlo rápidamente, mientras las puntas de dos dedos masajeaban su cuello con tranquilidad, descendían por sus hombros, tomaban su abdomen desnudo. Cuando todo se desvaneció, él entró en aquél lugar al que pertenecía, lo que se sentía como si verdadero hogar -a pesar de que no terminaba de entenderlo todo y no sabía por qué-, pero al que no tenía oportunidad de llegar.
Al menos, no aún.
SeokJin observó la forma en que las manos de aquella mujer se hundieron en el vientre de su señor, el cual antes habia comenzando a irradiar una extraña luminidad blanquecina que se mezclaba con un tono más rosado. De pie y rodeado por papeles, humo y fuego, Jin se mantuvo estatico, incluso cuando los ojos de aquella mujer se encendieron de un mismo color que el que desprendía el joven sobre la piedra.
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moonblood ↬ namgi
FantasíaLas historias detrás del único heredero de White Hawks se resumían en que se trataba un chiquillo mimado, uno que se creía superior y que se la pasaba rechazando a las prometidas que le eran ofrecidas. Y, para mayor descaro, en sus manos tenía un hi...