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Era el día, estaba aterrorizada.

Cuando llegué a la universidad todo mi cuerpo temblaba.

No había dormido en toda la noche y por la mañana no tuve apetito.

Una parte de mí quería verlo inmediatamente y acabar con la incertidumbre y la otra quería huir, fuera lo que fuera, ya lo había lastimado.

Todo en mi interior se hizo pequeño al ver su cabello blanco a lo lejos.

Tragué en seco, estaba solo.

Reuní todo el valor que tenía, que no era mucho y caminé hacia él, decidida a hablarle. Pero algo me detuvo.

De repente apareció en mi campo de visión una linda chica con orejas de ratón.

Él le sonrió al verla y la saludó.

Casi sentí ganas de vomitar.

Ella le devolvió la sonrisa, lo miraba con sus ojos llenos de amor, conocía esa mirada.

Sé que un simple saludo no significaba nada pero mis piernas reaccionaron antes y me llevaron lejos de ahí.

Mi respiración era irregular y tenía ganas de llorar.

Innegablemente yo aún lo amaba, o más bien me había enamorado de verdad.

Pero también era evidente que él no me estaba extrañando.

Eso combinado con mi mala alimentación y pésimos hábitos de sueño de los últimos días me llevaron a desmayarme en el baño de mujeres.

Alguien entró cuando yo ya me encontraba en el suelo.

Se asustó al verme y se agachó a mi lado.

- ¿Estás bien?- Preguntó una voz lejana.

A duras penas la miré, era la chica de las orejas de ratón.

Entonces perdí la conciencia.

Al abrir mis ojos estaba en la enfermería, completamente sóla.

Me habían colocado sobre una camilla y a mi lado había una botella de agua.

Entonces entró la doctora de la escuela.

- Ah, buenos días.- Sonrió.- ¿Cómo te sientes?

- Cansada.- Reconocí.

- Lo imaginaba.- se acercó.- Te desmayaste en el baño y un par de chicos te trajeron hasta aquí.

- ¿Dos?

- Sí, una señorita y un muchacho. Él dijo que te conocía y fue a buscarte algo de comer.

-¿Cabello blanco?

- Sí.- Dijo ella.- Dijo que fueron roomies un tiempo y que cuando te estresabas dejabas de comer y dormir apropiadamente y que seguramente se trataba de eso.

- Ya veo...- Dije.

- Debería volver en cualquier momento.

No pasaron más de cinco minutos cuando tocaron la puerta y me estremecí.

La doctora lo dejó entrar y nuestras miradas se cruzaron.

- Los tengo que dejar un momento.- Dijo la doctora.- Me llaman de dirección.

Se fue y Natsuo se acercó.

Me dejó la comida de la cafetería en el buró y se sentó junto a mí.

- ¿Cómo te sientes?- Preguntó.

- Lo siento.- Respondí ya sin soportarlo más.- Lo siento tanto.- Lloré.- Descubrí que aunque el don de esa chica ya no está yo sí estoy enamorada de tí.

Mi orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora