•Prólogo•

333 44 47
                                    

Corrí lo más rápido posible para que no me hallen. Mis piernas ya estaban empezando a perder fuerzas, tengo demasiados raspones en mi piel, mis ojos arden demasiado por cuanto he llorado. Todo el tiempo viví engañada, el jamás fue la persona que  fingía ser.

Todos en el pueblo me están tachando de asesina, ¿Lo soy?. Estoy muy desconcentrada, no puedo pensar bien, solo quiero que no me encuentre a pesar de que todos sus hombres me están buscando. Tengo la muy poca probabilidad de salir viva de este infierno.

—¿Rachel? —una voz conocida me hizo sobresaltar, la oscuridad de la noche no me permitía ver su rostro completamente en aquel bosque.

—¿Danne? —mencioné al reconocer su voz —¡Danne!, tu... Tu tienes que ayudarme —digo con voz temblorosa a punto de sollozar.

—Rachel... Yo... No puedo —dijo en negación para luego darme la espalda y en ese momento apareció la figura de el hombre que decía amarme con una sonrisa muy sínica. Me dejo caer de rodilla entre sollozos, mis piernas tocan la tierra fría. Ya estoy acabada.

—Rachel, no me dejaste otra opción —su voz me causa un espeluznante escalofrío —. ¿Última palabra antes de irte al infierno? —preguntó apuntándome con su pistola a mi cien. Sentí miedo e impotencia a la vez.

—¡PUDRETE! —escupí y en ese preciso momento lo escuché.

Jaló el gatillo y me disparó.

Perenne ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora