Una chica...
Dos chicos...
Un gran misterio...
Rachel Donfort una chica normal que parece tener una vida perfecta hasta que empieza a guardar secretos y se ve envuelta en un gran misterio.
¿Qué pasará cuando todo el mundo la empiece a tachar de ase...
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♣︎Blake Hansen♣︎ . . .
Me siento muy presionado últimamente, todo en este mundo en el que estoy involucrado es muy intenso, es una completa mierda. Si tan solo Rachel supiera todo lo que se esconde tras la muerte de Erick, sería todo más fácil para mí; pero si hablo se acaba todo.
Sacándome de mis pensamientos, escucho ha Rachel susurrando en voz baja estando dormida y lo que más me impresionó fue el gran sobresalto que dio acompañado de un grito ahogado. Mi alma se estremeció y me acerqué a ella tomándola en mis brazos.
-Rachel, ¿Estás bien? -le pregunté en voz baja mientras ella se refugiaba en mis brazos en un estado de Shock -¿Rachel?.
No me respondió, se quedó en un total silencio durante un buen tiempo hasta que me di cuenta que se había quedado dormida nuevamente. No creo que se haya dado cuenta de mi presencia en su habitación, habría hablado, me habría reconocido; pero estaba lo suficientemente ida en sus sueños que dudo que entre encuenta que he estado en su habitación observándola.
Acomodo a Rachel un poco en su cama para que no esté tan incómoda y salgo de su recámara para irme a casa. Ella estaba sola, sus padres están en sus trabajos de mierdas.
Ya eran las 6:07A.M. cuando dejé a Rachel, solo me quedaba una maldita hora para descansar e ir al instituto. Mi celular comienza a timbrar y no me sorprendía que el número que vi en mi pantalla me estuviera llamando.
-¿Estás ahí? -preguntó esa voz femenina tan común para mí.
-¿Cumpliste con lo que te pedí? -espeté sin rodeos.
-Ya todo está listo -confirmó -. ¿Cuándo quieres que nos veamos?.
-Hoy a las 10 P.M. -establecí -¿Te parece?.
-Me parece perfecto mi amor.
Puse ojos en blanco al escucharla pronunciar esa última palabra.
-Evangeline... -pronuncié entre dientes.
-Oh, disculpa, había olvidado que eres el amor de la perra que tuvo la dignidad de arrebatarte de mis brazos.
-Que sea la última vez que le dices perra -advertí.
-Al fin y al cabo vamos a vernos, y tu y yo sabemos que siempre acabamos en lo mismo...
-Vete a la mierda -colgué. Pero tenía razón en sus palabras, aunque no del todo.
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Estoy con un ojo abierto y otro cerrado. Definitivamente tenía que haber faltado a clases, pero mi obligación de cuidar a la niña de mis ojos no la puedo abandonar. Ella se mira atenta a la clase de biología, mientras estoy seguro que deben estar pasando tantas cosas por su mente.
Es indescriptible lo hermosa que es, lo valiente y fuerte que ha sido soportando todas estas cosas que han acontecido últimamente en su vida.
