00

272 48 14
                                    

Washington, D.C., USA.

Los fuertes gemidos de el no se hicieron esperar, mientras ella clavaba las uñas en las caderas de este, probablemente mañana tendría unos fuertes ardores pero ahora no le importaba.

Ella comenzó a embestirlo con más fuerza cuando esté tomo una almohada para ponerla en su boca, sabía que estaba a punto de llegar, y sin importar que el tamaño de aquel miembro artificial era de un tamaño considerable, ella no tuvo piedad de el y comenzó a penetrarlo con toda la fuerza que sus caderas le permitían. Si bien el strap on que estaba utilizando tenía una forma que ayudaba a estimularla también a ella, lo que realmente le exitaba a la mujer era tener al hombre más poderoso del mundo en cuatro, rogando por más. El poder siempre era lo que la llenaba de éxtasis, más allá del cuerpo atlético postrado frente a ella.

Después de un par de embestidas más el hombre cayó rendido sobre la amplia cama, mientras la mujer se retiraba de el sin ningún tipo de cuidado, causando escalofríos en el hombre que seguía con espasmos. La castaña se quitó el arnés para después colocarse una bata de seda, sentándose en el sofá lateral a la cama con las piernas cruzadas, mirando al hombre que trataba de recuperarse del orgasmo.

-"No llegaste" Más que pregunta fue una afirmación, pero de igual forma la castaña nego mientras encendía un cigarrillo. -"Lo siento" Se disculpó tratando de recuperar la respiración, antes era una buena forma de que ambos disfrutarán, sabía que a su esposa no le exitaba el sexo convencional con el o con cualquier otro hombre en particular. De hecho estaba completamente enterado de que la mujer obtenía ese tipo de satisfacción en otros lados. Y no le importaba en absoluto, su matrimonio iba más allá del amor o la pasión.

-"Da igual, voy a salir" Informo mientras apagaba el cigarro y se dirigía al baño, por lo que el hombre salió de su letargo y se incorporó lo más rápido posible.

-"No, sabes que no me gusta que vayas a ese lugar" Mencionó el hombre determinante, pero cuando vio a su esposa mirarlo con intensidad casi se arrepintió.

-"¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tu? No lo creo" Dijo desafiante, haciendo tragar grueso al hombre. Rio con ironía y cierta burla antes de caminar al baño de la habitación donde se dió una relajada ducha antes de seguir a su vestidor personal de dos pisos, cuando estuvo lista, su marido ya no estaba en la habitación lo que le hizo dar un suspiro de alivio, a veces era insoportable. Más cuando creía que podía decirle que hacer.

Un par de disparos de su perfume favorito, Chanel No. 5 y tomando en su mano su bolso Hermes a juego con su conjunto de falda de tubo color salmón, salió hacia el lugar del que tenía una leve obsesión que estaba a punto de convertirse en una adicción.

Unos lentes obscuros y una mascada qué en conjunto cubrían la totalidad de su rostro, fueron su último accesorio antes de que su leal equipo de seguridad la sacara de la Casa Blanca de forma aérea.

***
Termino de retocar su exagerado maquillaje, hace un par de horas que Rusell un hombre afeminado y maquillista del lugar la había preparado. Casi no se reconocía tras aquellas plastas de sombras que según hacían resaltar sus ojos verde esmeralda. Casi podía jurar que tenía una máscara en la cara. -"Muck es casi tu turno" Mencionó la mujer de piel morena quien se había convertido en su mentora dentro del lugar, puso una mano en su hombro al tiempo que susurraba en su oído. -"Está aquí " Dijo casi de forma imperceptible para las demás chicas con las que compartía esa especie de camerino comunitario. Ambas sabían a quien se refería, y el objetivo de la misión de ambas. Solo que la mulata ya llevaba varios meses trabajando en aquella operación encubierta. Solo esperaba que aquella ojiverde no corriera con la misma suerte que las chicas anteriores.

La pelinegra solo asíntio y respiro hondo -"Gracias Kass" Dijo con una media sonrisa, llevaba un par de semanas ensayando con algunas de las demás chicas que la miraban como si tuviera lepra, pero Kassandra era la única que realmente la había tratado con amabilidad, y entendía porque, pero aún así agradecía el gesto.

Reina ObscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora