Washington, D.C., USA.
La mujer fue escoltada por su equipo de seguridad a la habitación más alejada del pasillo. La qué regularmente usaba. Como siempre que iba, llevaba una pashmina cubriendo la mitad de su rostro. Alguien de su seguridad revisaron la habitación antes de dejarla pasar a la soledad de aquel lugar.
Hace apenas dos días que había visto a aquella ojiverde. Y aquí estaba nuevamente ansiosa por verla. No sabía bien qué era lo que le atraía, era hermosa, eso era inegable, tenia un cuerpo de tentación, pero más allá de eso, su mente ere más espectacular aun. Era una mujer culta, con temas de conversación. La Primera Dama debía admitir que parecía hipnotizado por sus ojos, por su forma de hablar y de mover sus manos para enfatizar algún tema.
Como sea, Camila estaba fascinada por la pelinegra y eso que no habían llegado más allá de unos besos y toqueteos. Sin duda estaba ansiosa por tenerla al completo.
Por otro lado la ojiverde de nuevo fue llevada hasta el lugar acordado, de nuevo como la última vez fue revisada por el equipo de la castaña. Y cuando comprobaron qué no representaba un peligro para la mujer la dejaron ingresar. La Pirmera Dama estaba en el bar privado revisando algo en su móvil cuando la vio ingresar. Una sonrisa de medio lado le fue regalada a la ojiverde.
-"Me dijeron que no voy a volver a bailar hasta nuevo aviso" Comunico Michelle a modo de saludo, misma información que le habían dado más temprano por la mañana. Y qué siendo honesta agradecía. Se sentía tan expuesta con aquellos movimientos sugerentes dedicados a ojos depravados a los que ella no podía observar más sin embargo sabía que estaban allí devorandola.
Camila asintio complacida con la información que ya sabía, y por la cual ella precisamente había dado la orden.
-"No me gusta compartir, aun sea por la vista" Mencionó la castaña caminando hasta estar frente a la ojiverde. -"También quiero que dejes de usar esto" Dijo señalando su atuendo. Qué era un leotardo apretado en color negro y medias del mismo color. La agente se sorprendió pero asintio, también estaba feliz de dejarse de vestir con aquel atuendo de más incomodo. -"Mañana enviare a alguien de mi confianza para que te acompañe a comprar un guardarropa nuevo, quiero lo mejor para ti' Murmuro casi sobre sus labios para después unirlos. El beso fue un roce de labios que hizo que Lauren cerrará sus ojos por instinto. Si algo podía admitirse internamente, era qué el beso de la ojimarron era esquicito, mágico.
Cuando se separaron fue Michelle quien hablo. -"Te gusta el control ¿eh?" Pronunció Lauren en modo juguetón, haciendo reír a la ojimarron.
-"No tienes idea" Respondió juguetonamente Camila mientras volvía a tomar los labios de la ojiverde.
Lauren poco a poco se daba cuenta que Exodus no era el club de strippers qué le dijeron, si no más bien un putero donde el cliente escogía al trozo de carne qué más se le antojaba. Estaba asqueada por la forma en que eran tratadas allí las mujeres. Pero también sabía que muchas estaban por gusto propio más que por necesidad. El dinero que ganaban en una noche era más de lo que pudieran percibir en cualquier otro empleo normal. Incluso si contaban con la suerte suficiente para que un cliente se fijará en ellas al grado de quererlas exclusivamente para elloa. Las ganacias eran incalculables.
Y ese era su caso. Camila le comento que no la volvería a ver allí en Exodus. Y de hecho no quería que se volviera a parar allí. Ya que de ahora en adelante se verían en otro lado. Estaba más que claro para ella. Qué ahora era la puta personal de la Primera Dama. Ahora el primer paso estaba dado. Había pasado el primer filtro para acercarse aun más a Camila Carter. Pero no dejaba de sentirse asqueada por la representación del papel que jugaba en este teatro. Y como para algunas mujeres ser tratadas de esa forma era un halago. Por lo menos para ella no lo era.
