Capítulo IV

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Tanjiro cerró los labios con tanta fuerza que impedía que el Pilar pudiera conectar sus labiales a los suyos.

Con disimulo, Rengoku se apartó solo un centímetro de los labios de Tanjiro y con su lengua delineó las comisuras del pelirrojo.

— No los cierres con tanta fuerza... — Suspiró mirando a Tanjiro directamente a los ojos y el menor asintió.      

Su segundo intento fue más efectivo que el primero. Ahora Tanjiro era capaz de sentir la suave textura de los labios del rubio engancharse a los suyos y guiarle en un lento pero dulce movimiento que él no tardó en seguir.

Sus manos fueron a aferrarse a la ropa del Pilar mientras este lo sujetaba con firmeza de la cintura y lo apegaba cada vez más a su cuerpo.

Ambos comenzaron a descender hacia el futon en el piso, quedando uno por debajo del otro, besándose sin descanso.

Aquella mujer había salido tan lentamente y en silencio de la habitación, que ninguno de los dos se dio cuenta de que llevaba minutos a solas. Pero no se detuvieron.

Kyojuro descendió sus manos hasta los suaves muslos de Tanjiro, repartiendo caricias y explorando aquellas suaves fronteras con la llena de sus dedos.

El beso entre ambos tomó una nueva altura cuando el rubio hizo algo de presión en la boca del menor y pudo colar su lengua en la cavidad oral ajena para poder iniciar un húmedo, amistoso y pasional juego con la de Tanjiro en el que él tenía el total control.

Tanjiro estaba sonrojado hasta las orejas y su corazón palpitaba tan rápido y fuerte que sentía que se le saldría del pecho. Podía sentir en el Pilar un aroma que para él era desconocido; una mezcla extraña entre cariño y deseo, pero para nada desagradable. Es más, le encantaba.

La mano del Pilar siguió ascendiendo por las piernas de Tanjiro, colándose por dentro de su yukata y llegando hasta su zona íntima. Y fue hasta que rozó con sus dedos el pequeño pero erecto miembro de Tanjiro, que Rengoku pudo despertar de la hipnosis en la que se había perdido por culpa de aquel beso.

¿Qué estaba haciendo?, ¿por qué Tanjiro estaba por debajo de él?, y más importante, ¿por qué parecía que estaban a punto de hacer el amor?

Todas esas dudas hicieron que el rubio se detuviera en seco y rompiera el contacto labial con el menor, dejando un hilo de saliva que unio sus labios a la hora de separarse.

— ¡Lo lamento! — Comentó apenado, cubriéndose el rostro por la vergüenza.

Tanjiro no entendía por qué Rengoku se detenía tan abruptamente, hasta que recordó el motivo por el que habían iniciado en primer lugar.

La cara se le cayó de vergüenza y también se cubrió el rostro para que el mayor no pudiera ver la inmensa pena que ahora sentía.

— ¡No debí besarte sin permiso, mucho menos hacer algo como esto!, ¡por favor, perdóname! — Suplicó el Pilar poniendose de pie y ayudando a Tanjiro a hacer lo mismo aunque sin mirarlo a la cara

Tanjiro tampoco lo miró a los ojos, pero al tenerlo de frente y gracias a la diferencia de estaturas, le fue imposible el no llevar su mirada a un bulto bastante grande que el Pilar presentaba en su entrepierna... sintió como si la nariz le goteara y al revisar se dio cuenta de que era sangre.

¡Estaba teniendo pensamientos indebidos con Rengoku-San!

— Yo... ¡creo que ya debería irme con las demás chicas!, nos vemos, Rengoku-San. — Se excusó Tanjiro, quien solo deseaba salir de ahí y comenzó a caminar hacia la puerta. 

Pero antes de que pudiera abrirla, Rengoku le tomó del brazo y lo atrajo de nuevo hacia él, tomándole de la cintura con una de sus manos y de la espalda con la otra; impidiendo le escapar.

— Espera... por favor. — Pidió.

Sonrojado, Tanjiro miró al pilar a los ojos y pudo notar el intenso rubor que había en sus mejillas. Además, su aroma sólo era más fuerte.

— Rengoku-San...

— Quédate aquí conmigo, por favor... prometo... prometo no tocarte sin tu permiso, pero, por favor, no te vayas...

Tanjiro sintió cómo su corazón se detuvo por un segundo y volvió a acelerarse de inmediato.

Con el rostro rojo como un tomate, Tanjiro acepto aquella propuesta y al hacerlo fue envuelto en un fuerte y cálido abrazo por parte de Rengoku. Un abrazo que él no tardó en corresponder, hundiendo su rostro en el pecho del Pilar.

No sabía porqué lo hacía, qué lo obligaba a hacer algo como aquello, mucho menos comprendía porqué estar tan cerca de él aceleraba tanto su corazón, se le colocaban las mejillas, y le ponía tan nervioso. Pero por lo menos sabía, gracias al aroma de Kyojuro, que el sentimiento era mutuo.

— Rengoku-San... ¿por qué vino aquí? — Preguntó Tanjiro buscando romper un poco el silencio.

— Vine a buscarte, mi muchacho — Respondió el Pilar, y Tanjiro pudo saber com certeza que estaba siendo honesto con él.  —, el cuervo me dijo que estabas aquí y vine de inmediato para darte las gracias por todo lo que has hecho por mí.

— No tiene nada que agradecerle, Rengoku-San. Usted habría hecho lo mismo por cualquier persona, su aroma me lo dice. — Dijo Tanjiro.

— Eres muy amable, Kamado — Comentó Rengoku, y bajó un poco para darle un beso en la frente a Tanjiro.

¿Qué demonios le pasa a su corazón?

De todas las personas en el mundo que podía escoger para hacerle sentir así, ¿tenía que elegir al chico más noble e inocente del planeta?

Además de que la diferencia de edades era un enorme obstáculo para estar juntos, Tanjiro aún tenía mucho que hacer, demasiadas metas que cumplir como para esperar que pudiera hacer un espacio para poder estar ambos juntos.

Aún si decidiera retirarse de la organización de cazadores de demonios para poder invitarle a vivir a su lado, Rengoku no podría permitirse enganchar a un joven tan puro como Tanjiro a algo como eso.

Eso mismo hacía que sus sentimientos recién descubiertos hacia el pelirrojo fueran similares a comer vidrio molido; le desgarraban las entrañas cada que la amarga realidad le golpeaba la cabeza.

— ¿Por qué está triste, Rengoku-San? — Preguntó de repente Tanjiro y Rengoku volvió de golpe a la realidad.

Buscó una mentira para excusar su melancolía, pero sabía perfectamente que mentirle al muchacho sería contraproducente.

— Porque quiero algo imposible de conseguir — Respondió bajando la mirada para ver al chico a sus hermosos ojos color vino. —, ¡pero eso no tiene importancia ahora!

— Yo no creo eso — Musitó Kamado. —. Cuando creía que Nezuko no podría volver a la normalidad, conocí a Tamayo-Sama, y ella me hizo entender que cualquier cosa puede ser posible si te esfuerzas lo suficiente para conseguirlo.

Al escuchar aquello, los ojos del pilar se iluminaron y una sonrisa apareció en sus labios. Era lindo pensar en que todo podía ser posible con esfuerzo y añoranza. Pero para lo que él quería conseguir tendría que añadir el hecho de tener que esperar a que Tanjiro llegara a la mayoría de edad para que su relación, en caso de darse, pudiera ser sana y sin prejuicios hacia el menor.

Jamás odió tanto tener que esperar tanto por algo como ahora lo hacía.

Me lo dijo un cuervo | KyotanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora