Capítulo VII

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Un nuevo día bendecía a la vida en cada rincón de la finca Rengoku. Desde temprano, Tanjiro y Kyojuro se pusieron manos a la obra, dirigiéndose juntos al patio principal para dar comienzo con su entrenamiento. Un par de horas después, Senjuro se les unió a ambos para darles algunos onigiri que él mismo se había encargado de preparar.        

—¡Ah, Senjuro! — Exclamó Kyojuro, deteniendo sus movimientos al ver a su adorable hermanito menor acercarse a ellos. —. ¡Joven Kamado, es hora de un descanso!

—¡Ya voy, Rengoku-San! — Respondió Tanjiro y dejó el bokken con el que estaba entrenando en el suelo para acudir al par de hermanos.

—No necesitan detenerse por mí, solo he venido a traerles esto — Mencionó el menor y extendió la bandeja llena de onigiri a los muchachos. —. Me iré de inmediato, coman cuando puedan.

—¡Tonterías, quédate a comer con nosotros!

Kyojuro tomó aquella bandeja con una de sus manos y con la otra rodeo a su pequeño hermano de la cintura. Gracias a ello, Tanjiro pudo percatarse de la abrumadora diferencia de tamaños y proporciones en los cuerpos de ambos varones; pues mientras Senjuro era pequeño y delgado, Kyojuro era bastante alto y con mucha más musculatura. Pero esas no eran las únicas características que los diferenciaban, pues otra diferencia muy clara entre ellos se notaba en sus personalidades, la tranquilidad de Senjuro contrastaba con lo energético de su hermano mayor.

Mientras disfrutaban de las deliciosas bolas de arroz, los tres intercambiaban palabras en una tranquila y relajante plática.

—Por cierto, Rengoku-San… — Comenzó Tanjiro, volviéndose hacia el susodicho.

—¿Qué sucede, joven Kamado?

—¿Cómo fue que supo que yo estaba en el Distrito del Entretenimiento? — Cuestionó. —. ¿En qué momento despertó exactamente?

Dos preguntas bastante sencillas de responder. Una quizá más fácil que la otra. Meditó un momento, cerrando sus ojos para encontrar las palabras adecuadas que usaría para describir ambos sucesos. Tras un par de segundos, abrió sus brillantes y bicolores ojos, listo para dar pie a su relato. Tanto Tanjiro como Senjuro prestaron total atención al pilar de la flama.

—Responderé primero a tu segunda pregunta — Mencionó con calma, regalándole una linda sonrisa al chicho de cabellera rojiza. —. Según las amables niñas de la finca mariposa, desperté un par de días después de que tú y los otros partieran con Uzui a su misión en el Distrito del Entretenimiento…

Tanjiro despegó los labios en una genuina expresión de sorpresa, pero los cerró de inmediato y se sonrojó cuando fue consciente del sobresalto que acababa de sufrir. Ante los ojos de ambos hermanos, Tanjiro no podía verse más adorable. Le asombraba lo rápido que el Pilar había logrado salir del coma después de presentar heridas mortales y una extremadamente baja posibilidad de sobrevivir a ellas. Esta misma reacción también había invadido al cuerpo de Tanjiro cuando volvió a ver al rubio en pie en su… encuentro en el dichoso distrito, pero bajo su papel de ¨Sumiko¨. Después de esa leve interrupción, Kyojuro decidió continuar con la historia:

—Honestamente no recordaba nada de lo que había sucedido en el tren. Pero tan solo mis pies tocaron el frio suelo de la habitación, todo volvió a mi de golpe… entre tantos recuerdos estaba una voz. Tu voz, joven Kamado. — Indicó con calma, volviéndose hacia Tanjiro con una sonrisa que expresaba la inmensa gratitud que el Pilar sentía hacia el joven Mizunoto.

Impresionado, y tratando de procesar todo, Senjuro también se giro para observar el rostro de Tanjiro. Ese muchacho… el mismo muchacho que tan solo un día llegó a su hogar a notificarles a él y a su padre la situación en la que su hermano mayor se había visto envuelto… el mismo muchacho que lo defendió de su progenitor y que más tarde haría que su corazón latiera nuevamente con emoción después de años de haberse apagado…

Ante esto, nuevamente Tanjiro se vio asombrado por lo que acababa de escuchar. Los pocos recuerdos que conservaba sobre aquel día terminaban en su desesperación por llevar al Pilar a un hospital cuanto antes. Resulta que eso mismo era a lo que Rengoku se refería con lo de haber escuchado su voz, pues resaltaba el hecho de escuchar como Tanjiro le suplicaba que no se rindiera, que siguiera con ellos aún cuando los lloriqueos de Zenitsu les hacían creer que, quizá, ya había sido demasiado tarde…

—Leí tu diario — Comentó Kyojuro, rompiendo el silencio. —. Fue muy gentil de tu parte el tomarte el tiempo para escribirlo con la esperanza de que, al despertar, pudieras ponerme al corriente de todo lo que me perdía… Por si no fuera ya demasiada bondad de tu parte.

Las mejillas de Tanjiro ardían como nunca. Lo que para él habían sido gestos de mera gratitud, El Pilar de la Flama los hacía oír como las hazañas más grandiosas que nunca nadie hubiera sido capaz de realizar.

—Después de eso, escribí una carta a Senjuro contándole que acababa de despertar pero que tenía un pequeño asunto pendiente antes de volver a casa.

—¡¿Entonces te referías a Tanjiro-San?! — Inquirió el menor, emocionado y con las mejillas levemente coloradas.

Kyojuro asintió.

—Pero entonces, ¿Cómo supo que yo me encontraba en el Distrito con Inosuke y Zenitsu? — Preguntó Tanjiro.

—Es sencillo… — El mayor de los tres solamente sonrió y levantó el pulgar bien en alto. —. ¡Me lo dijo un cuervo!

Me lo dijo un cuervo | KyotanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora