—Lo que les estoy pidiendo es algo que hasta un demonio de rango insignificante sería capaz de hacer… No puede haber margen de error y, por lo tanto, no pueden fallarme.
—Entonces… ¿Solo tenemos que traerle al chico? — Cuestionó Gyokko.
Muzan asintió.
—El muchacho es mucho más vulnerable que su hermana, capturarlo será fácil — Comentó sin tener la necesidad de prestarle atención a sus servidores. —. No obstante, si son tan ineptos como para no hacer ni eso, pueden mutilarle un brazo o dos, pero lo quiero vivo… O moribundo, por lo menos.
—Con todo respeto, mi señor — Intervino Daki, sintiendo un escalofrío en su cuerpo al percibir la molestia de su amo. —. ¿No sería mejor traerle a su hermana en lugar de a él? Después de todo, ella ya es un demonio y será mucho más susceptible a ser asimilada por usted.
—Creo que Daki tiene razón, su grandeza — Añadió Douma, acercándose a su “hija” para tomarle de los hombros, un gesto que para nada fue del agrado de la fémina. —. Como la niña ya es un demonio, no tendría que esperar a que el chico asimile su sangre o a que desarrolle sus habilidades. ¡Sería un proceso mucho más acelerado y usted podría alcanzar la supremacía en un santiamén!
—Veo que han aprendido a utilizar su cerebro… — Murmuró Muzan, irritado por la aparente desaprobación a su plan por parte de sus demonios.
Fue entonces que decidió dejar de lado el libro que estaba leyendo para colocarlo sobre la mesa de madera que tenía frente a él. Akaza y Kokushibo no hicieron ni dijeron nada; ya temían lo que seguiría a continuación.
Con unos ojos tan rojos como la sangre, el Rey de los demonios miró a cada uno de sus servidores con una mirada de severa desaprobación, bastando esto para que cada uno de ellos terminase arrodillándose a sus pies.
—Para su información… — Musitó tan sereno que parecía que la rabia que sentía era solamente una ilusión. —. Aunque mi sangre corre por las venas de esa niña, no me es posible controlarla, ubicarla ni mucho menos destruirla… Además, su técnica de sangre es tan peligrosa tanto para ustedes como para mí, que bastaría con una gota de su sangre para acabarlos a todos.
En la sala había absoluto silencio. Solo la voz de Kibutsuji resonaba por las interminables paredes de aquella fortaleza de giros y puertas.
—Así que, ahora les toca responder... —Continuó. —. ¿De verdad son tan estúpidos como para creer que les permitiría traer una bomba a mi persona?
Nadie respondió, pero el hombre de pálida piel fue capaz de percibir la creciente adrenalina en los cuerpos de sus demonios; específicamente en el de la inútil de Daki.
—Tengo entendido que no hace mucho tuviste, junto a Gyutaro, un enfrentamiento entre dos Pilares, tres kunoichi y dos espadachines de bajo rango… Y en dicho enfrentamiento casi pierdes la vida de no ser por tu hermano. Pero que, al contrario de eso, tanto los cazadores se marcharon vivos y casi en una pieza.
En ese momento, tanto Gyutaro como Daki comenzaron a experimentar una extrema presión en sus cuerpos, como si estos se trataran de imanes que buscaban unirse a toda costa con el tatami del piso.
—Tu entusiasmo por capturar a la niña es inspirador, tú serás la primera en ir a buscar al chico — Mintió Kibutsuji, permitiéndole ponerse de pie y otorgándole el honor y el privilegio de mirarlo a los ojos frente a sus demás compañeros. —. Tienes cuarenta y ocho horas para traerlo ante mí. Si fallas, te mataré yo mismo. ¿Entendido?
Sintiendo su cuerpo tan helado como si se tratara de un enorme iceberg, Daki asintió con la cabeza. Y tras un chasquido de los dedos de Muzan, Nakime la hizo desaparecer de la sala, dejando al resto de Lunas (a excepción de Douma) bastante perturbados, sobre todo a Gyutaro, algo de lo que el demonio supremo pudo percatarse.
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Me lo dijo un cuervo | Kyotan
FanfictionEn un universo en el que Kyojuro Rengoku no falleció a manos de Akaza, Tanjiro y el Pilar descubrirán que lo que sienten el uno por el otro va mucho más allá que simple admiración. Pero pronto descubrirán que Muzan también tiene a Tanjiro en la mira...