Treinta y dos noches en tu ausencia

417 37 3
                                    

Narrado por Kajol

Era la tercera vez que intentaba meter la tarjeta de memoria en mi cámara, por alguna razón, quizás mi descuido sea una de ellas, no encajaba. Al lograr insertarla, baje de mi auto viendo distraídamente la reja como lo hacía sin falta desde hace treinta y dos noches. Siempre con la tonta esperanza de encontrarte, o de ver algún indicio de ti.

Lo único que vi a través de la reja fue la garita donde dos vigilantes charlaban y reían en marati, fumando cigarrillos y tomando pequeñas tazas de te marroqui, suspire adolorida viendo mis pequeñas botas marrones.

-Otra vez no está-pense, empezando a caminar intentando ignorar el nudo que oprimía mis pulmones al pensar en él-.

-No seas idiota Kajol, sino ha venido ni ha contestado ni una sola de tus llamadas, es porque simplemente no quiere nada contigo-.

Aún cuando intentaba ser inflexible siempre terminaba fallando en mi propio intento, y prueba de ello era que mientras subía el umbral de la puerta, de mis ojos tímidas lágrimas se escapaban, al cerrar la puerta tras de mí escuché los pasos de una las criadas.

-Bienvenida ¿Hoy cenará algo?-dijo Sahara, una señora mayor que lleva trabajando con la familia fácilmente más de veinte años-.

-No gracias, no tengo mucha hambre-dije intentando que mi voz no sonara quebrada ni mucho menos triste-.

-¡Niña Kajol! Yo la conozco desde que usted era una adolescente, definitivamente algo le pasa, lleva días que usted no cena absolutamente nada, ha empezado a palidecer y a perder peso, debe cuidar de su salud, que no ha estado bien desde que volvió de ese viaje al que fue-dijo preocupada intentando tocar mis mejillas, en un movimiento inconsciente me eche para atrás, no quería ser tocada-.

-Agradezco su preocupación-dije limpiandome una de las mejillas-Tomare su consejo, pero ahora lo único que quiero es estar sola-pedí empezando a subir desganada las escaleras, intentando sacar fuerzas de donde ya no tenía-.

Al llegar a mi lujosa habitación me senté encima de mi cama, y de mi cartera saqué el celular, me quite las botas y vestida gatee sobre mi propia cama, con el celular en una de mis manos. Al encenderlo la foto de nuestro viaje me recibió, la puse de fondo de pantalla, al principio me encantaba poder verla, esta foto es especial y aun cuando no es tan bonita a comparación de las que nos tomábamos para la promoción de nuestras películas. Esta es real, es la primera foto que nos tomamos siendo algo, o al menos eso era lo que yo creía.

-Estúpida, seguramente él debe estar junto a su esposa y sus hijos-me dije a mi misma apretando los dientes, furiosa, el celo era un sentimiento que yo no había experimentado en diez años.

Pero los celos que yo estaba experimentando eran unos absurdos que ni en mi juventud había vivido, unos celos ardientes y descomunales que me hacían querer apretar el cuello de Gauri hasta quebrarlo y golpear a Shah hasta destruir su hermoso rostro. Sentía que alguien me estaba matando en vida, poco a poco se me reduce la cordura y cada minuto confirmó la inesperada e impredecible verdad de que te quiero solo para mi, quiero que seas todo mío, y ser la única mujer en tu vida.

En este tiempo he llorado tanto que tengo la suspicaz idea de que mis párpados están permanentemente hinchados, puede ser que por eso que últimamente a veces durante el trabajo veo borroso. Y no he llorado solo por Shah, sino por mi y quisiera abrir mi corazón sin el temor a ser juzgada, hay cosas que son tan complejas que aun cuando tratemos de decirlas en voz alta, simplemente no se puede, quiebran el alma y dejan el corazón mutilado.

Yo soy hija de la opulencia y Shah es un hijo nato de la pobreza, quizás por ello aun cuando trate de comprenderlo jamás podré, como ustedes a mi, es una tontería pretender que los demás están en las capacidades de entender nuestras emociones más profundas, cada quien es dueño de una verdad diferente, y quizas lo unico que tiene de semejante es que es dolorosa en diferente medida para todos.

Insaciable-SrkajolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora