Primera Parte.

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Disclaimer: esta historia estará llena de clichés típicos de una película de Hallmark romántica navideña. Se le siguiere discreción y ¡feliz navidad!

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Kim Taehyung volvió a gritar con desesperación mientras daba otra vuelta en el estudio de su padre, alzando las manos al cielo y hablando en un francés fluido y enojado.

—Kim Taehyung, no me vengas hablar en ese idioma cuando sabes perfecto que te entiendo todas y cada una de tus palabras, joven alteza —le dijo su padre con total calma, tal vez un poco cansado. Estaba sentado al otro lado del escritorio, leyendo algo en su Mac y luego firmando papeles que su esposa le pasaba.

— ¡Me niego rotundamente a este evento, padre! —volvió a gritar Taehyung, volviendo al coreano y plantándose en frente del escritorio, su cabello rubio revuelto y despeinado.

El rey volvió a suspirar por décima vez y cerró la Mac, recargándose en la silla alta y ancha, su esposa sentándose en el antebrazo y mirando a su hijo con ojos dulces y tristes. Este no era un asunto que quisieran tocar, ni siquiera pensar en él, pero sabían que era necesario.

Taehyung era el príncipe heredero de Corea del Sur, pronto su padre adjudicaría por razones de salud y Taehyung tomaría su lugar como el próximo rey, pero habían dos situaciones. La primera que había una tradición de siglos donde un monarca Omega no reinaría sin un Alfa a su lado, para que el pueblo no estuviera bajo la vulnerabilidad de la naturaleza Omega y el monarca pudiera proteger a su pueblo sin ningún temor.

Era una tradición tonta y discriminadora, sí, pero seguía estando vigente entre algunos reinos, el de las dos Coreas entre ellos, y Taehyung sabía que el Concejo jamás permitiría que esas tradiciones cambiaran.

Y esto desencadenaba su segundo problema: él era un Omega y el único heredero al trono.

Y también por eso debía casarse con un Alfa lo más pronto posible.

Cosa que preferiría no hacer o al menos, en la más triste realidad, creía en tener el control de conocer a su futuro esposo y poder casarse con alguien medianamente amable. Pero no, sus padres habían decidido por él y apenas le estaban dando la noticia, faltando solamente un mes para el dichoso matrimonio.

Taehyung había crecido entendiendo y comprendiendo que algún día tendría que casarse con alguien que no conocía. No le daba tanto miedo (lo aterrorizaba), pero había crecido no solo aprendiendo de leyes, reglas, diplomacia, etiqueta y demás cosas, sino que también había aprendido a ser "el futuro esposo perfecto". No era su clase favorita pero intentaba ver el lado positivo de su vida: se estaba preparando para guiar y cuidar al pueblo que adoraba desde que empezó a tener consciencia de lo que significaba ser un príncipe heredero.

—Padre, te lo suplico, no me hagan esto —miró con súplica a sus padres, casi poniéndose de rodillas.

—TaeTae, por favor, no sigas —le pidió su mamá con suavidad.

—Desde que empezaste a estudiar todo lo que viene con ser un heredero a la corona, sabías que esto pasaría, Taehyung —su padre le recordó.

Taehyung quería gritar otra vez.

—Sí, lo sé, y lo he aceptado desde que soy un niño, pero al menos pensaba que tendría la decencia de escoger yo a mi esposo, no el Concejo. ¿En qué año creen que estamos, por Dios?

—En uno donde no parecen entender que cambiamos de pensamiento social —musitó su mamá, pero fue tan bajo que hasta el rey se volteó a verla confundido.

— ¿Qué dijiste, mi cielo?

—Que no parecen entender el tiempo que toma realizar una boda, mi cielo, ¿en qué tiempo creen que estamos? ¡Falta un poco más de un mes para la fecha dada! Casi tres semanas extras no son nada para planear una boda real.

Royals I. Between Prince(s)s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora