Cuarta parte.

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Jungkook metió la última maleta en la parte trasera de la pickup y regresó a la recepción de la posada.

—Ya está, señora Alistair, todo empacado y listo —anunció a la señora de al menos 60 años que estaba terminando de firmar sus recibos con Seulgi.

—Muchas gracias, querido. Y de nuevo lo siento por hacerte trabajar extra.

Jungkook negó con la cabeza, sonriendo.

—Para nada, señora Alistair. De todas formas tenía que ir a Nueva York para hacer unos recados. No me cuesta nada llevarla.

La señora volvió a sonreír con cariño y asintió. Seulgi le sonrió con igual calidez que su hermano y la acompañaron a la puerta de entrada.

—Es una lástima que no pueda quedarse más tiempo —comentó desilusionada Seulgi.

—Créeme, querida, la más triste soy yo. Pero mi nuera va a dar a luz a su primer cachorro y mi niño sigue sin encontrar un vuelo pronto. No puedo dejar a Anna sola en esta situación.

—Lo entendemos —dijo Jungkook—. Pero esperemos que esté bien todo, de todas formas estaremos al pendiente de cómo le va y cuando nace el primer cachorro de Leo.

La mujer bajó con cuidado los escalones hasta la pickup, aún con esa sonrisa triste pero su mirada llena de ternura.

—Es mi primer nieto y no puedo creer que está pasando a días de navidad. Si tenemos suerte, será un cachorro de las campanas, como mis chicos siempre desearon.

Jungkook sonrió con cariño a la mujer, al igual que Seulgi y ambos se volvieron a despedir de ella, pero su celular empezó a sonar y la Alfa se alejó para contestar con calma. Jungkook volvió a checar la camioneta y las maletas, asegurándolas una vez más antes de voltear hacia su hermana con rapidez.

— ¿Tienes todo para mañana? —le preguntó. La Omega asintió una vez.

—Todo listo y mañana la señora Malcom me ayudará a tenerlo todo listo desde la tarde,

—Bien —miró a la camioneta y de nuevo a Seulgi—. Entonces le enviarás el mensaje a Tae Yang para decirle que no podré ir por ella, cierto?

Seulgi volvió a asentir y no ocultó su sonrisa irónica.

— ¿Sabes? Es bastante ridículo que sigas sin tener el número de celular de tu crush después de todo este tiempo.

Jungkook tosió al ahogarse con su propia saliva, mirando alarmado a su hermana.

—Yo no —intentó hablar pero volvió a toser. Seulgi se rió con ganas.

—Diosa divina, tranquilo, Gguk, no le diré que te gusta —lo pensó por un momento—. Aunque siendo honesta, creo que también le gustas a ella...

—Tú... Yo no... —Jungkook respiró hondo antes de mirar esperanzado a su hermana—. ¿Tú crees?

Seulgi sonrió con ternura.

—Hermano, aceptó venir a la cena con el Alfa de la manada. Y siempre te ve como si fueras la cosa más maravillosa del mundo, incluso se ríe de tus chistes de papá.

—Esos chistes son los mejores del mundo, cállate —el Alfa jugó un poco con la punta de sus tennis contra el suelo, golpeando unas piedritas que estaban ahí en el camino—. ¿En serio crees que le gusto?

Seulgi sonrió con cariño y ternura. Hace tiempo que no veía a su hermano así de nervioso y emocionado por alguien, no desde su última desastrosa relación al menos.

—Sí, Jungkook, en serio creo que le gustas. Siempre está al pendiente de lo que le dices, se ríe contigo y siendo honesta, se ilumina completamente cuando te ve llegar a un lugar. Es... muy tierno.

Royals I. Between Prince(s)s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora