Capítulo 4: El escape

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Alchemist

Era la tarde y estaba en mi jardín cuando oí el grito de Espresso. Pensé de inmediato que habían sido imaginaciones mías.

Espresso

Aquel bicho seguía corriendo mi rápido. De repente, se paró en frente de una casa abandonada y gritó:

-¡Ya he vuelto!

Así que debía de ser una galleta disfrazada. Entonces, me llevó hasta la casa y me sentó en un sofá que había en el salón. De repente, como por arte de magia, se quitó la máscara y se dejó al descubierto. Como sospechaba era una galleta, era un gótico algo más alto que yo de pelo negro y ojos amarillos como la miel. En un instante, surgieron de las sombras más figuras.

-Bueno, bueno, bueno, veo que ya le has traído.- Dijo una de las galletas, una chica.

-Hice como usted me dijo.-Dijo el que me había raptado.

-Con una de mis trampas he capturado al otro, está en las mazmorras inconsciente.- Dijo uno con un brazo raro.

-Bien hecho a todos.- Dijo la chica.

No me había dado cuenta pero mientras los otros hablaban, un tuerto y una tía vestida de color rojo me habían atado con cuerdas los brazos para que no pudiera moverme.

-Bueno, te preguntaras porque te hemos raptado, pues te lo voy a explicar. Sé que soy una vieja y tú todavía joven, pero estas hot y me quiero casar contigo. Quieras o no, te vas a casar conmigo resumidamente.- Me explicó la chica del principio.

Yo debía de tener una cara muy mala porque me dijo que me alegrase, pero obviamente no podía porque yo no quería casarme con ninguna tía rancia ni estar encerrado. Entonces pensé en Madeleine, ¿Qué estaría haciendo ahora mismo?

Madeleine

Me desperté en una especie de cueva atado y sin mi espada y entonces recordé lo que había pasado. Intenté zafarme pero no pude, entonces un tío con un brazo estilo robot se me acercó.

-Bueno, parece que ya despertaste. ¡Ah! Que no se me olvide, serás ejecutado mañana.- Dijo.

Entonces, se fue caminado lentamente. Ese tío me había quitado la espada pero no sabía que yo siempre llevo una navaja y un shuriken en mi armadura así que saqué mi navaja y corté las ataduras. Acto seguido, corrí hacia donde estaba el tío y le di un puñetazo, cogí mi espada y fui a buscar a mi querido Espresso antes de que le hiciesen algo malo.

Espresso

Estaba llorando cuando el tuerto me trajo la comida. Vi un tenedor y tuve una idea, podía romper las cuerdas con eso. Me puse manos a la obra y funcionó. Corrí rápidamente hacia fuera y bajé las escaleras. Entré en la sala principal, y para mi sorpresa vi a Madeleine.

-¿Espresso estás bien? ¿Te han hecho algo?- Me preguntó con mucha preocupación.

-Sí, y tú.-

-Sí oye por cierto cui-

-Vaya, vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí?- Dijo de repente la vieja de antes apareciendo de la nada.

-No dejaré que le hagas daño.- Dijo Madeleine.

-No, todo lo contrario, tú eres el que le está haciendo daño.-

Entonces, mas figuras emergieron y se pusieron a atacar a Madeleine yo me arrinconé en una esquina asustado. La vieja se acercó a mi con una pistola y me dijo:

-Si no quieres estar conmigo no vas a estar con nadie.-

Entonces, Madeleine gritó:

-¡Noooooooo!-

Oí un disparo y miré al suelo, Madeleine estaba herido, se había interpuesto entre yo y la vieja y había interceptado la bala. 

-¡Madeleine noo!-Dije llorando.

-Aún así, tú también vas a morir.-

Entonces, cogí la espada de Madeleine y la empuñe. Grité corriendo hacia ella y se la clavé en medio del pecho. Al instante, cayó al suelo muerta y los otros huyeron. Yo fui corriendo hacia Madeleine, que me había salvado la vida y me puse a llorar, estaba perdiendo mucha sangre.

-Espresso, no llores.- Me dijo entre susurros.

- Me dijo entre susurros

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¿Continuará?



Dulce pero amargo MadeleinexEspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora