Capítulo final: Las galletas de piedra

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Espresso

Empezamos a caminar, el dragón se retiró a su puesto en una cueva del volcán. Madeleine todavía estaba cansado por la pelea. Knight había vuelto en su helicóptero super fachero con la música de Chayanne, pero al menos nos dio unos tacos y unos McFlurrys de galleta oreo (¿Será esto canibalismo?). Nos daba un poco igual lo que hiciese, además mejor que no nos acompañe, así estaré mas tiempo con Madeleine. Si nos hubiese acompañado seguro que ambos se hubiesen puesto a hablar de cosas de caballeros, coches guays, la secta a la que pertenecen (Lo sé porque ayer rebusqué entre las cosas de Madeleine y lo encontré) y vete a saber tú que más. Debían de ser las 2pm cuando llegamos a un prado, en él había una especie de columna con una cajita transparente, se podía ver a través de ella que estaba la corona toda reluciente.

-¡Por fin!- Exclamó Knight.

Entonces, la vieja pesada, fea, yandere apareció.

-Bueno, bueno, bueno. ¿Qué tenemos aquí?- Dijo.

De repente, alzó su especie de bastón hacia el cielo y gritó:

-Con el poder de la música de Chayanne y la grandeza del profundo volcán, yo invoco el poder de la petrificación suprema.- Tocó el suelo con el bastón y sus ojos se volvieron grises, como el color de una piedra. Justo en ese momento, una bandada de pájaros pasó volando y ella tocó uno. Al instante, este se volvió una estatua de piedra. 

-Ahora que habéis visto una demostración, voy a ponerlo en práctica contigo.- Dijo señalando a Madeleine.

Dos de sus sirvientes me sujetaron, uno de color rojo, pelo largo y un brazo robot y el que me secuestró aquel día. La vieja se acercó a Madeleine lentamente diciendo:

-Es tu hora... aunque... pensándolo bien... igual luego deshago el conjuro y te traigo para que seas pareja de Pomegranate... bueno... ya veré.-

Entonces, Madeleine declaró:

Espresso, sé que me odias y nunca has querido saber nada de mi, sé que piensas que soy un creído estúpido, probablemente no te equivocas. Estos, probablemente sean mis últimos segundos de vida así que quiero decirte algo. Te quiero. Cuando te conocí me enamoré de ti pero tú me odiabas, lo pasaba muy mal, sé que probablemente me sigas odiando pero quería decírtelo antes de morir. Espresso, eres el amor de mi vida y yo siempre estaré aquí para ti, aunque no siempre físicamente.-Una lagrima cayó por sus mejillas.

-¡Homines petrificus!- Gritó la vieja.

En ese momento, le tocó con su bastón y Madeleine se convirtió en una piedra. Me liberé de los sirvientes y corrí desesperadamente hacia Madeleine. Me arrodillé junto a él mientras las primeras lagrimas resbalaban por mis mejillas.

-¡MADELEINE NOOOOOO!-Grité mientras lloraba.

-No me dejes Madeleine. ¡Vuelve! Te necesito.- Dije mientras más lagrimas resbalaban por mis mejillas.

-No te esfuerces cariño, se ha ido.- Dijo la vieja.

Entonces, no pude más y exploté (no literalmente). Le quité el bastón a la vieja y le di con él en la cabeza, esta se quedo inconsciente y uno de los otros gritó:

-¡RETIRADA!-

Al instante, todos los sirvientes desaparecieron como por arte de magia. Uno de ellos, se acercó y se llevó a la vieja. Yo seguí junto a Madeleine llorando a lagrima viva. Entonces, me acordé de todas las películas Disney, en casi todas (que poca originalidad ._.) al final el príncipe besa a la princesa y esta vuelve, así que decidí probarlo. Al fin y al cabo, no tenía nada que perder. Así que le besé, seguía oliendo a él, eso es lo que más dolía. Pasó un minuto y no sucedió nada. Entonces, al segundo minuto, Madeleine lentamente recuperó su color normal.

-¿Espresso?- Preguntó Madeleine confundido.

Le expliqué todo y enseguida recordó. Entonces él dijo contento:

-Eso significa... que tú también me quieres.-

Se acercó a mi y me besó, yo me puse más rojo que un tomate. Estuvimos así unos segundos y entonces me preguntó:

-¿T-te gus-t-tarí-ía s-ser m-mi no-ovi-io?-

-Sí.- Respondí como pude.

Entonces, me cogió de la mano y juntos nos dirigimos hacia la corona. La habíamos cogido cuando...

-¿Necesitáis viaje de vuelta?-

-¡¿Pitaya Dragon?! ¡¿Por qué nos ayudarías tú?!- Pregunté alucinado.

-Es mi forma de devolveros el favor de no matarme.- Respondió.

Montamos en su lomo y en media hora llegamos al reino. Fuimos recibidos con aplausos y gritos de emoción y admiración. A ambos nos dieron unos regalos por nuestros servicios, pero lo que nos dio ese viaje, era aún mejor.

1 año más tarde:

Madeleine

Estaba mi nervioso, era nuestro aniversario de un año juntos. Iba a ir a recoger a Espresso a su casa para llevarle a donde tenía planeado, aunque no sabía si saldría todo bien. Salió de su casa y observé que se había arreglado para la ocasión, al igual que yo. Le llevé al observatorio de estrellas como tenía planeado, ya que esa noche había una gran lluvia de estrellas. Salimos del coche y puse un mantel para sentarnos. Habíamos pasado diez minutos sentados cuando empezó la lluvia entonces:

-Espresso, ya llevamos un año juntos y ambos sabemos que estamos destinados el uno para el otro así que... ¿Te casarías conmigo, Espresso?- Pregunté arrodillándome con la caja del anillo.

-¡Por supuesto!- Respondió él.

Entonces, nos besamos. Era tan romántico, bajo la luna llena, con una lluvia de estrellas y recordé  todo lo que habíamos tenido que superar para poder hacer realidad aquel amor dulce pero amargo.

 FIN

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Espero que os haya gustado la historia y hayáis pasado un buen rato leyéndola. Me gustaría dar gracias a todos aquellos que me siguen y les gusta la historia. Me alegra mucho que os guste, así que muchas gracias por vuestras visitas, votos y comentarios. Tener un buen día :D.




Dulce pero amargo MadeleinexEspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora