Capítulo 6: Hora de hacer un refugio

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Madeleine

Habían pasado varias horas desde que habíamos dejado atrás a los chonis fantasmales raros y ahora vagábamos por el bosque en dirección norte. Estaba anocheciendo así que le sugerí a mi querido Espresso; que parecía que había ido a las Galletadas de lo cansado que estaba, que nos parasemos e hiciésemos un refugio para pasar la noche. Él aceptó así que yo me fui a por ramas de árboles y él a por hojas. Yo estaba bastante cansado también cuando volví porque había cazado una tarta para cenar. Ambos decidimos un lugar para construir el refugio y yo empecé con la construcción mientras él hacía la cena. Cuando terminé en la parte trasera del refugio puse un precioso maravilloso póster de Chayanne aunque no tan bueno como Espresso y me dirigí a donde Espresso para ver que estaba haciendo. Él también había terminado su tarea y estaba leyendo el libro de "Tú que miras hijo de talibán". Le pregunté:

-¿De que va el libro ese? Es que el titulo no dice mucho.-

-Va sobre un náufrago llamado Mario M. que naufraga en una isla a la que llama "Tú que miras hijo de talibán"-

-Ahora entiendo...-Comenté.

Aproximadamente una hora más tarde, decidimos cenar la comida. ¡Estaba deliciosa! Aparte de hot y listo, Espresso era un cocinero genial. Cuando terminamos de cenar hicimos un fuego y nos sentamos alrededor contando historias de terror. Él narraba genial, parecía un político; no de los mentirosos. 

Espresso

No me podía creer lo que estaba sucediendo, los dos ahí juntos como dos guisantes contando historias. Tengo que admitirlo, Madeleine sí que me gusta. Yo a él le pareceré un Sussy Baka pero intentaré hacer algo al respecto. Más tarde fuimos a dormir pero hacía un frio que pela así que él me sugirió:

-Si quieres podemos dormir juntos para que no muramos de hipotermia.-

Noté que las mejillas me ardían.

-Yo esto... em bueno... yo... eh.-Tartamudeé.

-Me lo tomaré como un sí.- Contestó.

Madeleine me acompañó a la cama de hojas y palos que había hecho y me metió dentro con él. Nos acurrucamos como dos sacos de patatas para no pasar frio. Al rato, aunque estaba muy nervioso, acabé sucumbiendo y me dormí.

Dulce pero amargo MadeleinexEspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora