Intruso II

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Día setenta y siete.

El verde y rosa de la primavera dió pasó al amarillo y azul del verano, la brisa fría que quedaba del invierno con el pasar de Junio quedó atrás, siendo sustituido poco a poco con el calor, que ya a finales de Julio era insoportable, algunos días que traían precipitaciones de lluvia, que no hacían más que refrescar al momento para luego alborotar más el calor.

—Deberíamos comprar un aire acondicionado _Sanemi se quejó abanicando su pecho expuesto, Rengoku quién salía de bañarse no pudo evitar sonreír.

Solo faltaba que aquel albino sacará la lengua para parecerse más a un perro.

—¿No debíamos comprarlo cuando inició el verano? Hoy empiezan las vacaciones, y no estaremos aquí en todo este mes.

—Dilo por ti, yo pienso quedarme.

Los ojos bicolor se abrieron, esperaba que sus compañeros también regresarán a casa por vacaciones, eso era lo normal.

Con la universidad y responsabilidades que absorbían su vida, no tenía tiempo de visitar a sus padres, ni siquiera los fines de semana, ahora que tenía un respiró de un mes debía aprovecharlo muy bien.

Extrañaba la cálidas palabras de su padre, las sonrisas pequeñas pero hermosas de su madre, y sobretodo hablar con Senjurō.

Como extrañaba a su hermano menor, apenas regresará haría una pijamada con su hermanito y no se dormirán hasta pasada la madrugada, tenían tanto que hablar y ponerse al día, porque para Kyōjurō no era suficiente los mensajes diarios, tenía que verlo en persona.

Shinazuwaga también tenía hermanos menores que lo esperaban en casa, ¿Acaso no quería verlos?

—¿No irás a ver a tu familia?

Algo en el cuerpo de Shinazuwaga se tensó, la mano que abanico se detuvo al tiempo que las venas de estas se tensaron.

Dándole una señal inequívoca a Kyōjurō que tocó una conversación que no debía. No debía olvidar que aún no tenía la total confianza de sus compañeros de piso, y pesé a que nunca lo trataron como un intruso, había temas que era mejor no tocar.

Y al parecer el tema que no podía tocar frente a Shinazuwaga era su familia.

El silencio pesado se extendió por el aire, demasiado pesado para siquiera respirar, o ese era el punto de vista de Kyōjurō.

Sin poder evitarlo sus ojos rubis fundidos en oro buscaron el cuerpo de Tomioka, que ajeno a la situación seguía enrollado entre las sábanas.

Sin acomodarse los botones sueltos se puso de pie, azotando la puerta de entrada.

—El calor lo pone de malas _La suave voz de Giyū vino acompañada de un audible bostezo— Aunque, siempre está de malas _Agregó llevándose el dedo índice al mentón— ¿De que estaban hablado?

Kyōjurō miró la puerta cerrada y luego a Tomioka, sin saber si decir el tema de su conversación era lo correcto.

No sabía si eso enfadaría más a Shinazuwaga, por otro lado, Tomioka lo conocía más que él, y al ser en gran parte de las veces el receptor del enfado del albino sabía mejor que nadie como controlar a la bestia.

—Las vacaciones de verano.

Al parecer eso fue suficiente, pues los ojos lapislázuli generalmente rasgados se abrieron ante la compresión.

—Ya veo, no te preocupes Rengoku, no tuviste la culpa de nada, todo estará bien en la noche.

Para terminar de aliviar a su acompañante, sus labios dibujaron una pequeña sonrisa.

Roomies (Sanegiyuu/Rengiyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora