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400 D.C. IMPERIO GUPTA
ARSYN Y DRUIG CORRIERON tomados de la mano detrás del hombre que horas atrás había casado a Sersi e Ikaris. Reían por lo que estaban a punto de hacer como dos adolescentes enamorados.
—¡Disculpe! —la castaña le gritó al humano y él volteó desconcertado a mirarlos.
—¿Sí, señorita? —le preguntó acercándose a la pareja que intentaba recobrar el aliento.
—Queremos que nos case —expresó la chica de golpe y el hombre los miró sorprendido.
—¿Ahora?
—Sí, justo ahora —respondió emocionada y Druig le sonrió inocentemente.
—Uhm... Bien, ¿quieren llamar a su familia o...? —les preguntó.
—¡No! Sólo... Nosotros —Druig aclaro y ella asintió con una sonrisa.
El humano alzó sus cejas aún más extrañado, pero aceptó, y pronto, los tres se encontraban en un pequeño salón del palacio en el que se estaban.
Druig y Arsyn se miraban frente a frente sonriéndose.
El hombre los miraba con aburrimiento, pues había pensado que su trabajo había terminado por ése día, y sin embargo ahí se encontraba, casando a dos "jóvenes" enamorados.
—Druig... Mi Druig —Arsyn comenzó a hablar mirándolo a los ojos mientras juntaba sus manos—. Te he amado desde hace muchísimo tiempo. Y —soltó una breve risa mirando sus manos entrelazadas por un momento—... Una vez escuché a alguien decir que sólo valía la pena vivir si alguien te ama, y... No sé si sea cierto, pero me tranquiliza saber que tú lo haces conmigo —rió para no ponerse a llorar de felicidad en ése instante—. Druig, quiero amarte y pasar la eternidad a tu lado —aseguró separando sus manos y tomando al chico por las mejillas, mientras él colocaba sus manos en los antebrazos de la chica—. No te prometo que siempre seremos felices y que no viviremos dificultades, o que nunca nos separemos. Pero sí te prometo que te encontraré siempre pase lo que pase, y haré hasta lo imposible para hacerte feliz, porque te amo y lo haré siempre, Druig —finalizó viendo cómo los ojos de su amado también luchaban por no soltar ni una lágrima.
—Mi preciosa Arsyn. Siempre me ha gustado mucho más quien soy cuando estoy a tu lado —empezó y la sonrisa de la chica se hizo más grande—. Eres la luz que siempre ilumina mis días, no importa qué tan oscuro esté, siempre estás ahí con tu hermosa sonrisa preparada para alegrar a cualquiera —el chico habló con total honestidad en su voz, haciendo que los ojos de ella brillaran por las lágrimas que comenzaban a formarse en ellos—. Arsyn... Yo destruiría todo si de protegerte se tratara. Quiero estar siempre a tu lado, acompañándote y asegurándome de que no sufras, y sé que tal vez no pueda protegerte de todo. Pero sí te haré feliz cada que esté a tu lado —finalmente los dos soltaron unas cuantas lágrimas, no de tristeza, si no de felicidad—. Prometo amarte incluso en la muerte, Arsyn.
