24. Sin remordimiento, sin culpa.

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- ¿Por qué?

- ¿Por qué, qué?

- Literalmente esta es la primera vez que hablamos decentemente y tú dices ya estar enamorado de mí, ¿Por qué? 

- Bueno - carraspeó su garganta - es nuestra primera cita, así que es normal estas preguntas - (Tn)______ no pudo evitar pensar lo tierno que se veía el hombre de mochi nervioso - Eeeehm - volvió a carraspear su garganta - yo...

- Está bien - lo interrumpió sonriente - no es necesario que lo menciones.

- Tengo que, mis hermanas dicen que es importante que una chica conozca los sentimientos del otro. 

La joven sintió un pequeño calor en el pecho al ver como el calor de las mejillas del comandante se podían visualizar a pesar de la bufanda que vestía; además de que era difícil no comparar con su última experiencia amorosa, Zoro nunca hubiera admitido su vulnerabilidad hacia ella, caso contrario, la había humillado constantemente.

- ¿Dije algo malo? 

- No - parpadeó fuertemente evitando que una lágrima se asomara - tranquilo.

- ¿Aún sigues enamorada del segundo a mando, no?

- No te voy a mentir, Katakuri, estuve enamorada muchos años de él. Y lamento ello, creo firmemente que te mereces a alguien que te quiera en su totalidad, que no tenga a nadie en su corazón más que tú.

- ¿De verdad crees eso?

- Sí - estrechó su mano suavemente - creo que detrás de toda esa armadura, tienes un corazón tan blando y dulce que puede...

El corazón de (Tn)_______ dejó de latir en ese momento, pero no por miedo, la sensación suave de los labios del comandante la estaban sedando en ese momento, olvidándose de incluso lo que aquejaba en su cabeza cada cierto momento. 

La primera vez que ella había probado sus labios había sido más por un instinto de supervivencia y pánico debido a la situación en la que estaban; pero ahora, sin prisas y sin miedo, el beso de Katakuri parecía ser el remedio perfecto a su pequeño corazón roto.

* * *

La sonrisa en su rostro parecía haberse alojado ahí durante todo el día, pues los recuerdos de su difunto esposo parecían haberse pegado en su cabeza sin intención alguna de irse.

Ese había sido su primer beso con él, por lo menos el oficial, ya que el de Whole Cake no había tenido punto de comparación con la de ese día; excepto para Katakuri, que afirmaba que con el beso que le había robado, él se había enamorado inmediatamente de la pequeña mujer. Ella siempre lo había tachado de loco por eso, debido a la batalla que tuvieron que enfrentar luego donde ella era parte del enemigo.

Unos ruidos bruscos interrumpieron medianamente sus pensamientos, para sumergirse de nuevo en una sonrisa nostálgica al ver de donde provenían.

Zoro Roronoa se encontraba en cubierta con una pesa en la boca y dos en cada mano practicando su estilo de tres espadas y nuevos movimientos que había estado recogiendo en todos estos años; parecía mentira que los años hubieran pasado para cada uno, pero era difícil no aterrizar en esa realidad cuando notaba las facciones endurecidas en su rostro, además de una que otra arruga que empezaba a tomar forma en su rostro.

Habían pasado casi ocho años desde la batalla que dio fin a una de los Yonkous del nuevo mundo, la batalla donde casi muere a manos de Oven Charlotte y donde se había salvado de milagro. Pues estuvo casi dos meses en coma debido a la gravedad de las lesiones que le habían infringido; los mugiwaras hicieron justicia a la reputación que habían adquirido y vencieron a cada uno de los hijos de quien fue su suegra.

Último chance (Zoro Roronoa x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora