V. Recuerdos y Amistad

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La oscuridad de la noche abraza fríamente el bosque, el viento que sopla feroz choca con su helada piel causándole cosquillas, sus pasos veloces sobre el húmedo suelo son imperceptibles, con gran concentración sigue a su olfato, girando por el camino de vez en cuando, dejándose llevar instintivamente, gira su cabeza, persiguiendo el aroma y ahí lo ve, corriendo rápidamente sin detenerse, huyendo de su presencia en busca de salvarse de una —supuesta— muerte inminente.

Utiliza su velocidad antinatural y después de unos pasos se posa delante de él, deteniéndolo en seco, los orbes claros que iluminados débilmente por la luz de la luna le miraban sorprendidos ahora yacen inundados de miedo, lentamente se acerca, acechándolo con sus orbes rojizos brillantes, cual fiera despiadada dispuesta a acabar con su vida en cuanto tocase su piel.

Nuevamente usa su velocidad para tomarle de la muñeca y apresando su cuerpo contra una gran pared de roca, con aquellos verdugos rubíes le escanea con dureza, observando cada uno de sus gestos, sus ojos mieles que le miraban aterrado, su boca que entreabierta jadeaba debido a la actividad realizada anteriormente y por último, las gotas de sudor que resbalaban sin vergüenzas por su divino rostro, aflojando el agarre de su muñeca le mira, hipnotizado por el rostro ajeno, y con tono grave, le cuestiona.

— ¿Por qué?... ¿Por qué te empeñas tanto en llamar mi atención? —cuestionó el vampiro de ojos rojizos.

El chico de rizos dorados que hasta ahora permanecía en absoluto silencio tragó duro, observando el rostro del vampiro frente a él, firme, le respondió.

—Porque quiero conocerte, saber más de ti, conocer lo que ocultas y convertir ese martirio en vida. —Respondió con determinación el rubio, mirando directamente a los ojos rubíes.

El vampiro miró con horror a los ojos mieles, sintiendo su muerto corazón emular un latido ante las palabras dichas por el rubio, sus mejillas tomaron un tono violáceo, y su cuerpo se tensó. ¿Qué había dicho? Su mente procesó las palabras del chico, y ante aquello soltó un jadeo de pura frustración, sin comprender el porqué aquel desmesurado interés hacia su persona por parte del rubio, sin siquiera pensarlo habló para sí mismo, sin notarlo, lentamente sus manos fueron bajando hasta la cintura del chico.

—Soy un monstruo... le hago daño a personas cómo tú, ¿Por qué? —su voz se vio interrumpida por la voz del chico.

—Y-Yo no creo que seas un m-monstruo. —Le interrumpió el chico, nervioso ante el suave tacto del vampiro.

Al escuchar aquellas palabras el rostro del vampiro se llenó de sorpresa, admirando maravillado a la criatura humana frente a él, cerró sus ojos y suspiró, ese sentimiento desconocido apuñalando su putrefacto corazón, sin saber qué hacer, o siquiera, cómo obtener una respuesta a todo aquello que estaba sintiendo, revisando en lo profundo de su alma y observándose a sí mismo arder entre las llamas de la agonía y desesperación que sentía al no saber qué nombre ponerle al sentimiento que ese chico de rizos dorados causaba dentro de él.

Y antes de que pudiera pensar en cualquier otra cosa, una cálida mano tomó su mejilla, alzando su rostro.

Ambos seres se miraron.

El misticismo entre el ardiente rojizo y la cálida miel aumentó, atrayéndolos como dos imanes, sin siquiera procesar lo que sus cuerpos hacían, se acercaron, el rubio posó ambas mejillas sobre el rostro del vampiro, y en escasos segundos sus labios se unieron en un desesperado acto de amor. Aquel roce siguió durante unos segundos más, ocasionando en ellos entonces remolinos de emociones, extasiados, ambos se separaron, el rubio miró al pelinegro y de los ojos rojizos brotó una lágrima.

𝐌𝐚𝐫𝐞𝐚 𝐑𝐨𝐣𝐚 | 𝐒𝐞𝐨𝐧𝐠𝐉𝐨𝐨𝐧𝐠「 𝗘𝗡 𝗖𝗨𝗥𝗦𝗢 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora