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No supo cómo pasó, pero ahí estaban los dos, días después de haberlo invitado a pasar a su casa esa noche, ahora se podría decir que Denki estaba viviendo con él. No llevaban mucho, tres días al menos, lo que tampoco importaba porque ni si quiera era como si Shinso se quedara en casa. La mayor parte del tiempo estaba en la escuela y después de ahí se iba corriendo a su trabajo de medio tiempo en el restaurante, eso de lunes a jueves y de viernes a sábado se encontraba trabajando en un taller de cerámica, limpiando y ayudando a llevar los materiales de la maestra de un lugar a otro. No iba ni si quiera a comer, comía sobras del restaurante o compraba algo en una combi y mientras todo su día se basaba en trabajo y la escuela, no sabía nada de lo que hacía Denki.


—Te levantas muy temprano.
El chico con un rayito negro en su cabello preparaba algo sencillo para el ojeroso pelilavanda que lo miraba hacer un huevito revuelto.


—No es que quiera, tengo sueño, pero no puedo dormir.


—Te vendría bien un té, conozco uno muy bueno para el insomnio.
Denki le tendió el plato, donde el suyo contenía tortitas de huevo con arroz, mientras que el de su compañero tenía el huevo revuelto que lo vio hacer con un poco de verduras encima. Shinso agradeció mentalmente tener a alguien con tanta energía desde temprano, él sólo se hubiera quedado acostado en cama hasta que diera la hora de irse a la escuela, sin desayuno o sin algo que comer durante el camino.


—No puedo, ya tengo contado el dinero para los gastos de la casa y mis...


—¿De qué hablas? Yo te lo invito, es bastante bueno, además podemos repartirnos las obligaciones.
El rubio hablaba de los gastos que quería pagar esa quincena y de nuevo la curiosidad le picaba las costillas.



—¿Trabajas?
El chico que había adquirido una sonrisa radiante hablando de té, ahora parecía sumamente ofendido con la pregunta.


—Claro, conseguí un pequeño trabajo en una gran tienda de ropa, me hicieron la entrevista y todo y al terminar me dijeron que ya podía trabajar con ellos.
Sonreía alegremente mientras subía a la cama para poder sentarse.


—Entonces hablar tanto te sirve como palanca.
Denki rodó los ojos y Shinso sonrío ante el gesto.


—No, no es sólo hablar, tienes que tener "c a r i s m a" y una amplia experiencia en diferentes empresas y lugares.

Su mano derecha se posó debajo de su barbilla, hacía un gesto de mucha galanés y Hitoshi pensó que ese tipo de personas tenían mucha suerte en este mundo donde los contactos, o al menos el saber moverse entre una multitud, lo eran todo.


—Creo se confundieron, porque tú suenas más a un payaso.
Kaminari, aquel chico con un cabello hermoso lanzó una carcajada al aire. Era la primera vez que lo escuchaba reírse de esa manera y era... Contagioso, su risa era contagiosa.


Era noche, el chico de ojos lavanda se encontraba en casa tratando de estudiar para su examen de contabilidad, pero estaba preocupado, sabía que Denki sólo trabajaba y su jornada no era tan extensa por lo que siempre llegaba en punto a las 6, lo encontraba leyendo alguno de sus libros de finanzas o un libro fantasioso o sirviéndole de comer, pero esa tarde estaba solo y se sentía ansioso. Kaminari no conocía la ciudad.


¿Y si se perdió?

¿Y si alguien le hizo algo malo?

Y si... ¿Aquel hombre le había hecho daño?

Negó rápidamente y trató de llamarlo una vez más, pero nadie contestaba. Pasó su mano por sobre las hebras de su revoltoso cabello y suspiró hasta que el sonido de la puerta abriéndose lo asustó.

—Shinso, perdón, mi abogado me llamó después de salir de trabajar y bueno, estuvimos hablando, ¡pero mira lo que traje! — el chico sonrió y extendió una bolsa de plástico de donde salía un olor dulce — compré un poco de esas donas que se te habían antojado.
Las tomó entre sus manos y wow, tuvo la sensación de ser cobijado y procurado, por primera vez en muchos años.

—Gracias, no debías, pero gracias.

—Está bien, has trabajado mucho.
Se quitó aquella chamarra verde olivo que siempre llevaba consigo y sus ojos cayeron en su vientre, había un pequeño bulto en él, algo discreto y redondito, pero apartó la vista rápidamente con vergüenza cuando el chico se sentó en el suelo.

—Ven, siéntate en la silla.
Rápidamente se apartó del escritorio y obligó al otro a pararse.

—Está bien, no es nada, además estás estudiando ¿no?
Su voz sonaba cansada, abatida, como si en cualquier momento fuera a soltar una lagrima. Shinso lo sentó a la fuerza y después se quedaron en silencio.

—¿Pasó algo?
El rubio de ojos dorados alzó la mirada y trató de sonreírle para calmarlo, pero nada de eso funcionaba cuando sus ojos se veían terriblemente tristes. Escucho cómo suspiró pesadamente y se aclaró la garganta mientras apartaba su mirada de sus ojos lavanda.

—El abogado dijo que necesitaba más pruebas, dijo que con un testigo que apenas conocía no era suficiente — sus manos se posaron en su rostro y el pelimorado no hacía más que verlo llorar.

—Pero el bebé es suyo ¿no?
Se sintió increíblemente estúpido, no era un buen momento para volverle a recordar algo tan doloroso alguien que estaba llorando mares en frente de él.

—Sí, pueden hacerme pruebas de que el bebé es de él y está bien, lo obligarán a pagar pensión, pero no es suficiente, si él no quiere hacerse la prueba es casi imposible que lo reconozca.
Su voz rencorosa, su mirada dolida, sus manos rígidas y tensas —¿Pero ¿cómo probar, después de 6 meses, que se sacó el condón sin decirme nada?
Muy probablemente aquellas palabras habían salido sin que él quisiera, lo sabía por la forma en la que se negaba a sí mismo con tanta rabia y le daba tanta rabia a él mismo, no podía creer que hubieran personas que abusaran así de otras, peor aún, que ni si quiera pudieran responsabilizarse de sus actos.

—Denki.
Con sus manos inexpertas trató de consolarlo, sobando su espalda de forma lenta y suave.

—Meses, todos estos meses metí demanda, pero no procesaba porque no había suficiente evidencia, que, porque estaban ocupados, porque había más trabajo que hacer, porque había metido la demanda muy tarde, porque no tenía testigos. No procesa nada y él no quiere hacer la maldita prueba de sangre... Shinso, no sé qué hacer.

Mucho menos sabía que hacer el pelimorado, lo peor que pensaba era que ese hombre debía ser bastante importante como para que una demanda de esa magnitud se volviera insignificante. Probablemente nunca procesaría nada, pero cómo decirle algo así a ese chico que se encontraba secando las incontables perlas que le salían de los ojos.

—Ya, ya, ven, cenemos de esas donas que trajiste.
Se apresuró a tomar la cajita y abrirla, darle su respectiva cena y tratar de animarlo un poco, pero Denki se miraba desolado —. Haré lo que pueda para ayudarte.
Lanzó al aire, en esa habitación pequeña y silenciosa. Kaminari volteo a verlo y le sonrió de lado, su expresión parecía decir "y un chico como tú, ¿qué puede hacer que no haya intentado yo?", y eso le hizo sentir más triste aún.

—Eres muy dulce Shin, tan dulce como esta dona.
Sonrío un poco más alegre y procedió a comer lo que traía en su mano.

—Lo digo en serio.
Sonó un poco enojado, pudo notarlo por la expresión de sorpresa de su compañero. — Quiero ayudarte muy en serio, no merecías nada de esto, nadie lo merece.
Hubo silencio por un momento, Kaminari dejó su platito y la dona a medio acabar en el escritorio del pelilavanda, donde estaban regadas sus notas de la escuela y unos libros.

—Haces mucho por mí, no cualquiera deja entrar a un hombre embarazado, con intento de demandar, por violación y pensión alimenticia, a un hombre que puede hacer quebrar cadenas de hoteles como si nada. Cualquiera me tacharía de loco.
Ambos sonrieron de forma cómplice, y a pesar de que él quería hacer mucho más, lo aceptó. No estaba a la altura económica, mental y de conocimientos técnicos como para ayudar al rubio.

—Si sólo soy un lugar para quedarte a dormir, seré el mejor ¿te parece?
Denki negó con la cabeza con una sonrisa en el rostro.

—Yo no dije que fueran un albergue para mí.
Trató de sonar ofendido, pero no podía parar de sonreír cuando Shin también le sonrió.

—Tampoco dije que fuera un albergue.

Ahora Denki parecía más vivo que hace un momento, ya sonreía, ya comía con gusto, podía sentirse más seguro que hace un momento atrás y eso le bastaba para sentir que podía hacer más por ese hombre.

Hasta que todo se solucione || ShinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora