Cartas a Santa| Renga

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Ya casi llega navidad, q nervios :')
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Dicen que las equivocaciones no son coincidencias.

Aunque claro, un niño de 7 años podía equivocarse al anotar una simple letra o número. Pero de alguna manera esas pequeñas equivocaciones llevan a tu vida a dar la vuelta completa.

“Reki 8 años, Langa 9”

—¿Debería de ser honesto con Santa? ¿Y si luego no me trae lo que quiero?— Se preguntaba Reki con nervios.

—¡No importa! Dicen que la honestidad es una gran virtud.— Exclamó feliz, empezado a anotar en la dichosa carta.

Querido Santa.

Puede, digo, puede que haya hecho alguna travesura, pero tiene sus motivos.

No puedo quedarme viendo cómo molestan a mis amigos, aunque mi mamá dijo que me pase rompiendole la nariz a Haru. Pero deberías de traerme mi regalo por ser un niño honesto.

Mi deseo es: ¡Una bicicleta amarilla!

Reki dejo un sticker al final de la nota, la pego de las esquinas para cerrar la carta.

—¡Bien!— Exclamó feliz corriendo hacia la parte de abajo de su casa.

—¡Papá! — Grito lanzandose a los brazos de su padre.

—¿Lista la carta?— Le pregunto dulcemente su padre a lo que sonrió y exclamo un feliz si.

La carta fue enviada con éxito, aunque no a la casa de santa.

—¿Otra carta? — Cuestiono confundió al ver llegar la carta por la ventana.

Corrió hacia la puerta con un poco de emoción, mientras los sirvientes le decían que tuviera cuidado.

—¡Joven Langa, tenga cuidado!— Exclamó su niñera al ver cómo Langa corría hacia ella.

—¡La carta!— Exclamó con una sonrisa extendiendo su mano.

La niñera solo suspiro y le entrego la carta feliz, a todos en esa casa le gustaba ver al pequeño Langa feliz.

—Tenga.

Langa solo se fue a su habitación con la carta en manos.

Langa desde muy pequeño ha tenido un cuerpo muy débil, a causa de ello tuvo que vivir encerrado en su casa. Tomaba clases en casa, no podía salir porque podía enfermarse, la navidad la pasaba en casa.

Para Langa era un sueño salir, un sueño que nunca se haría realidad. Hasta los médicos tenían que venir a su casa.

Pero su vida fue más divertida con la llegada de las cartas de aquel Reki.

—Se lo merece ese tal Haru.— Murmuró con una sonrisa al terminar de leer la carta.

Langa guardo la carta en su baúl personal, mientras pegaba aquel sticker en su pared.

Una pared donde tenía miles de fotos de distintos lugares, lugares que el deseaba visitar.

—¿Cómo será navidad afuera?— Se pregunto con tristeza mirando por aquella ventana.

Langa solo podía ver videos o escuchar las experiencias de las personas encargadas de la casa o como el las llama, amigos.

—Es hora de comer.— Exclamó su niñera Lily desde la puerta.

—¡Voy!— Exclamó emocionado, pues al menos la comida era lo único que lo hacía feliz.

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Reki corria emocionado al abrir su regalo, aunque le sorprendió el hecho de que fuera una caja y no algo grande.

—¿Me habrá traído mi regalo que le pedí?— Murmuró al abrir su regalo.

Fue su decepción al ver que a dentro de la caja había un muñeco de acción.

—¿No te gusto?— Le pregunto su madre al ver la expresión de su hijo.

Reki para no preocupar, solo sonrió.

—¡Me gusta!— Exclamó emocionado abrazando al muñeco.

Sus padre soltaron un suspiro y solo disfrutaron de la navidad.

En cambio, Langa tenía que pasar sus navidades solo.

—Lo siento, pero esta junta es muy importante hijo.— Murmuró avergonzaba Nanako.

—Pero me prometiste pasar esta navidad conmigo.— Exclamó con una mirada triste, mientras movía sus pies con nervios.

—Te prometo que la próxima estaremos aquí.— Murmuró Oliver acariciando suavemente su cabello.

Langa solo sonrió falsamente, iba a creer que la próxima estarían juntos.

—¡Está bien!— Acepto feliz.

Langa solo pasaba sus navidades con Lily, y sus amigos.

—Lily...

Langa abrazo a su niñera.

—¿Si?

—¿Mis papás si me quieren?— Pregunto con unas pequeñas lágrimas.

—Claro que te aman, nunca dudes de ello.— Le dijo con una sonrisa, consolando al pequeño.

Langa podía estar bien, si tenía a sus amigos, a Lily y aquel niño llamado Reki.