03.

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La gente en algunas ocasiones no puede ser más molesta

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La gente en algunas ocasiones no puede ser más molesta. Bueno, Huening Kai estaba equivocado.

Uno de los rostros que se acercaban le resultaba un tanto familiar. Pararon justo frente a ellos, viéndolos desde arriba ya que se mantenían sentados en el piso.

―Hmm... ¿No te conozco? ― Interrogó, entrecerrando los ojos para pensar. Luego de unos segundos pareció lograrlo ―¡Claro...! ― Bufó ―Eres el mocoso con traje para niñas del otro día.

Uno de sus amigos se unió a las palabras sin sentido.

―¿Ya viste lo que trae en brazos...?, Su cosa esa es para maricones también, ¡Es un maricón más! ― Exclamó en tono burla, riendo después.

Kai frunció el ceño, se incorporó para enfrentarlos.

―¡Molang no es un "cosa esa"! ― Reclamó ―Y tampoco soy un maricón, ¡Niño feo!.

El primero de los que habló interrumpió.

―Ush... ¿Qué crees que harás? ― Retó ―Esta vez no vendrá tu hermano mayor para defenderte, lo sabes, ¿Cierto?, Además... No venimos por ti, venimos por Choi.

Soobin reaccionó ante la mención de su nombre. Sin embargo, no hizo nada al respecto, quería que terminara rápido.

―¡Exacto! ― Habló su amigo ―A menos que quieras unírtele, esto no te importa.

Aparte del par boca suelta, tres acompañantes más les seguían, uno de estos acorraló al menor para que no interviniera.

El resultado: la parte inferior de sus labios hinchada mientras que su nariz sangraba de igual forma.

Quizás aquel pequeño castaño tenía pinta de ángel hacia los ojos del mayor, mas no podía defenderle como tal. No era responsabilidad de él, sino suya. Soobin era responsable de todos y cada uno de los hematomas que existían en su joven cuerpo. Las veces que había sangrado no tenían nada que ver con Kai, a quien conoció apenas tres días, ese asunto tenía más tiempo ya.

Pero no podía detenerlo, no sabía cómo hacerlo.

El timbre de la escuela sonó, indicando a cada uno de sus alumnos que regresara a su aula, las clases debían continuar. Aunque tal vez, de nuevo, el pelinegro llegaría un poco tarde.

Nadie podía saber lo que pasó en su salón, no podían enterarse de que era un mariconcito y que un par de sus compañeros ya lo sabía. Para mala suerte de él, hubo un testigo ajeno a su clase.

―Vámonos, no quiero que el maestro Kang nos regañe por llegar tarde ― Dictó el cabecilla de los niños. El menor de todos finalmente fue soltado, obteniendo la mirada de los demás ―Y tú, escúchame bien pequeño mocoso, ― Se acercó, tratando de sonar intimidante ―Más vale que no digas nada sobre esto, el próximo podrías ser tú, o tu hermano. ¿Queda claro?.

Kai sólo le vio, sin respuesta. Al fin se retiraron. El pelinegro sin intención de hablar, se levantó, tomando camino hacia los baños. Debía limpiarse, debía intentar quitarse su cobardía de encima.

Pero alguien le siguió los pasos a su labor.

―¿Qué haces, Kai-ssi? ― Cuestionó, tomando agua en sus manos para vertirla en su rostro y así limpiarla. Aún con los ojos cerrados, habló de nuevo ―Llegarás tarde a clase, el timbre ya tiene rato que sonó.

El castaño se posó a su lado, otra vez. Tras no recibir respuesta, el mayor le miró. Una lágrima recorría su mejilla derecha, sin embargo su rostro denotaba molestia. Soobin reaccionó ante esto, quitando lo más rápido posible el agua de su cara para mirarle.

―¡Hyung-nim no hizo nada! ― Reclamó, tomando más fuerte al peluche en brazos ―¡¿Por qué?!.

Debido a su grito, combinado con la furia que llevaba encima, lanzó al pequeño conejito que tenía en su pequeña mano. Molang rebotó en el suelo por el impacto, quedando a su suerte.

―Yo n-no pude hacer-

―Y yo... ― Interrumpió ―Sólo podía estar ahí sin hacer nada por hyung-nim.

Sus palabras fueron terminadas ya que Kai salió del lugar. El pelinegro dedujo que iría a clase, así que terminaría su labor para no llegar tan tarde a la suya.

Después de todo, un retardo más no sería extraño por su parte. Lo que tal vez sí parecería, es que llevaba consigo un nuevo amigo.

Escondido bajo su camisa, el pelinegro traía al peluche del otro pequeño, no quería recibir comentarios al respecto, pero debía devolver aquel muñeco.

El tiempo pasó, rápido para quienes disfrutan del estudio y tortuoso para otros por diferentes motivos. La razón de Kai fue, que había perdido a su suave y preciado amigo. Durante una de sus clases mintió con que necesitaba ir al baño para ir a buscarlo, fue el último momento donde le vio, y dudaba mucho que alguien lo haya visto, ni siquiera él supo de su paradero.

Con bastante tristeza salió de su aula, esperando a su hyung en la salida, Molang no regresaba con él, y creía que ni siquiera pudiera hacerlo.

Volviendo con el chico de cabello pelinegro; si bien su intención era buscar al más bajo al momento de salir, su plan contenía varias fallas.

№1. No sabía en qué salón estaba el castaño.

№2. Su memoria le fallaba para recordar al otro niño que ayudó a salvarle el fin de semana pasado.

№3. Varios compañeros le esperaron a la salida, ¿No tenían algo más en lo cual entretenerse?.

Tristemente, no. Ya que los verdaderos amigos del pelinegro se encontraban cercanos a su hogar, mas no en la misma escuela, todo el día en ésta se volvía un solitario. Nadie podía ayudarle a defenderse, y no quería hablar sobre ello debido a que probablemente sus hyungs le regañarían por no hacer nada. O peor, podría contarle a sus padres lo que pasaba.

Por asuntos tan triviales ya recibía insultos y golpes de compañeros, por ser diferente a ellos no podía tener un intento de amistad con los demás. Si sus padres llegaran a meter cartas en el asunto, lo más seguro es que todo incrementaría. Quizás no en la escuela, pero sí fuera de ella.

Soobin no quería que todo esto se elevara, lo único que podía desear para sí mismo era un momento de paz, un par de segundos Sin ruido.

Soobin no quería que todo esto se elevara, lo único que podía desear para sí mismo era un momento de paz, un par de segundos Sin ruido

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深 𝘀𝗶𝗻 𝗿𝘂𝗶𝗱𝗼  ─  sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora