𝙏𝙍𝙀𝙎

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la oscuridad se había apoderado del cielo, siendo la luz de sus foquitos lo único que evitaba que su habitación terminara cubierta por sombras, y en su cama bajo un par de sabanas y almohadas, Madison veía un capítulo de su serie televisiva favorita sin tener un solo rastro de sueño en su ser. Veía sin interés el reloj en la parte superior de la pantalla pasar de una de la mañana a dos y luego a tres sin que esta consiguiera siquiera bostezar de manera genuina.

No acostumbraba a sufrir de insomnio, las veces en las que se desvelaba terminaba cayendo dormida más tardar a las dos soportando estar despierta solo en emergencias. Esa lenta y horrible madrugada parecía ser interminable y ella solo podía ver de vez en cuando la ventana contemplando como la luna desaparecía gradualmente al pasar cada minuto. Apagó la pantalla del celular y se descubrió de todas las sabanas sobre ella, colocando el aparato bajo las almohadas y soltando un ligero suspiro. A este paso terminaría durmiendo todo el día y no podría avanzar con el sótano. Miró el techo del cuarto y las estrellas que había pegado cuando era más joven y que ya ni siquiera brillaban y dejo caer sus manos a los lados de su cabeza.

Su vista viajo al buró del cuarto y observó por unos segundos aquel collar que había encontrado unas cuantas horas antes. Por un momento pensó en culpar a los fantasmas de los ancianos que venían a atormentarla por robarles, pero seguramente aquellos viejitos tendrían mejores cosas que hacer en el otro lado, así que sacudió su cabeza y cerró sus ojos por un momento.

Madison intuyó que el resto de la madrugada se la pasaría despierta, así que sin ganas de hacer alboroto y arreglar el sótano a esas horas, eligió bajar por un vaso con agua y unos panecillos para seguir viendo el resto de su show. Se dirigió a la cocina caminando de puntitas para no despertar a su abuela y unos momentos después regresó a su habitación con una galleta en la boca, un pan en sus manos y su vaso con agua, lista para pasar su increíble noche de desvelo. Así fue como se le fueron otras dos horas viendo su celular, sentada en su cama, luego acostada, de lado, de cabeza, en el suelo. Notó como el cielo poco a poco adquiría esa tonalidad celeste que cada día veían y aunque sintió algo de felicidad, también maldijo por lo bajo por no haber podido dormir en toda la noche.

Su suerte llegó al fin cuando a las seis de la mañana aproximadamente, su insomnio se dio por realizado y le permitió sentir su adorado sueño, dormitando por unos minutos hasta que por fin apago su celular y se dejó abrazar por las profundidades del soñar.

—Espera, señor Bag...Bagdasarian... olvido su... tulipán. —Balbuceó entre sueños con un hilo de saliva escurriendo de su boca y con el sol dándole justo en la cara.

Y justo antes de que pudiera entregarle su flor amarilla al señor Bagdasarian, fue regresada a la realidad, despertando de su sueño. Limpio su mejilla con la manga de su pijama y abrió los ojos. El sol provoco un ardor momentáneo en estos, dándose la vuelta en la cama para evitarlo. Soltó un enorme bostezo que hizo que algunas lágrimas escurrieran por sus parpados y tratando de estirarse, la joven dio otra vuelta más sobre su cama hasta que una cuestión llego a su mente y le hizo fruncir el ceño.

Las caídas matutinas eran algo que a Madison le ocurrían bastante seguido, pues era una mala costumbre suya el moverse por la cama aun adormilada y terminar en el suelo, nada grave, pero era algo que sucedió constantemente y cuando dio más de una vuelta en su cama sin caer se sintió extrañada. Trato de levantar la mirada apoyándose sobre el colchón, sintiendo por un momento el vacío, cosa que la hizo abrir los ojos de golpe.

«¿Qué esta cama no era individu...?»

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una caída, estrellándose contra el suelo de cara aun envuelta en las sabanas.

«Si era...»

—Ah... —se quejó la chica apoyándose de las manos para levantarse. Se sentó un momento en el suelo, pasando su mano sobre su nariz que se había enrojecido por el golpe.

Descubriendo Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora