𝙉𝙐𝙀𝙑𝙀

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La noche transcurrió con normalidad. Aproximadamente a las nueve escuchó la puerta de al lado cerrarse junto a un "Buenas noches, Maddie. Descansa" y respondió con una sonrisa un "igual tu, abuelita".

Intentó dormir, pero después de casi una hora de tener los ojos cerrados sin resultado alguno, Madison se dio por vencida sentándose en la cama frustrada. Movió su cabello hacia atrás y suspiró tallando su rostro.

No podía dejar de pensar en las palabras del Doctor Strange. Es decir, en su cabeza había muchas cosas que la mantenían ansiosa y que muy probablemente debían ser su prioridad. Pero era difícil no preguntárselo, era difícil no sentir como la curiosidad la carcomía ante la cuestión que el Hechicero había plantado en su cabeza.

¿Porque ella? ¿Qué era lo que la hacía especial como para tener habilidades sacadas de libros de ficción? ¿De dónde había salido ese Don recién descubierto que ahora atraía a los monstruos que querían atraparla? El doctor había tenido razón. Jamás había estado expuesta a situaciones que pudieran haberla dotado de alguna clase de poder. Una o dos veces metió la mano en químicos de dudosa procedencia en la clase de química, pero no había estudiantes con superpoderes sueltos por las calles, así que descartaba esa probabilidad.

Rascó sus brazos mientras su cabeza trataba de desenredar el nudo que frenaba su pensamiento. La jovencita apretó los dientes dudosa de si estaba tomando el rumbo correcto o si su mente estaba llevándola por el manipulador camino de la paranoia.

—De acuerdo... —murmuró mirando los aros alrededor de sus brazos. —Tú ganas.

La joven Williams se destapó dejando la sábana en el suelo y salió de la cama. Observó por debajo de la puerta. Las luces estaban apagadas y no había escuchado ningún ruido desde que su abuela había entrado a su habitación, así que seguro ya se había dormido y cuando Olivia se quedaba dormida era un hecho que no se despertaría. A menos claro que haya gran bullicio. Abrió la puerta con cuidado y salió de su habitación, pegando la cara a la puerta de su abuela. Nada, era un hecho que estaba dormida. Asintió para ella misma dándose la vuelta para cerrar su cuarto.

No se había percatado de que los enormes ojos de Bats le observaban fijamente en la entrada. El perrito tenía las orejas ligeramente levantadas y la cola tensa en una misma posición. Cuando lo vio, Madison se quedó congelada en su lugar.

—No ladres. —pidió sin moverse. El perro no hizo nada, le observó por unos segundos. —te daré unos premios. —mencionó. Y como si el perrito pudiera entenderle, relajó su postura y caminó hasta las piernas de la chica, lamiéndola un par de veces. Madison suspiró aliviada. —Vamos, si te portas bien te daré comida.

Madison bajo las escaleras dando pasos cuidadosos al pisar cada escalón. Su sigilo era envidiable y cualquier ninja se sentiría celoso de su cautela. Bats por otro lado bajaba cada escalón de a brinquitos. Se asomó a la sala de estar y la cabeza del perrito se asomó segundos después.

Madison ubicó en uno de los muebles aquel objeto que daría inicio a su investigación. El álbum de fotos familiar iba a ser de utilidad si quería saber más de su pasado. Ya había visto las fotografías antes, pero quizás ahora que tenía una idea de lo que buscaba podría obtener algo útil. Sujetó el libro y se sentó en el suelo. Acercó la lámpara junto al sofá a ella y encendió la bombilla. Bats se acomodó colocando su cabeza sobre las piernas de la chica haciendo que esta sonriera levemente.

—Veamos... —murmuró abriendo el álbum. Pasaron las páginas y con estas las fotos, muchas personas en estas, algunas en blanco y negro y otras a color. Se quedó en una página y ladeó la cabeza —¿Un tío quizás? No, mamá era hija única. —negó pasando de página —¿Tal vez mi abuelo...? —se acercó a la fotografía. —No, dudo que los alcohólicos desquiciados pudieran mantener su genética de superpoderes en secreto.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2022 ⏰

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