𝙊𝘾𝙃𝙊

85 5 0
                                    

Apretó con ligereza su pecho y observó a los hechiceros frente a ella.

—¿Esto fue todo lo que encontraste?

La jovencita parpadeó perpleja aún sumida en ese agobiante mar de pensamientos. Tardó unos segundos en anclarse de nuevo a la realidad, mirando al suelo por un momento.

—Si. —asintió pasando su mano por su cabello.

Stephen ladeó su cabeza. Con ayuda de los hechizos correspondientes sería capaz de restaurar el estado anterior de esas páginas y con algo de suerte, esas páginas resultarían ser las páginas perdidas del diario de Sienna. Con cuidado sujetó cada uno de los pedazos arrugados y los colocó extendidos por el suelo del sótano.

Ante los ojos de cualquier otra persona parecía que no eran más que papeles mal recortados a los que les habían dejado caer una cubeta de agua. Ante los ojos de la jovencita resultaron ser un vórtice que succionaba todas las corrientes que revoloteaban por su hogar. Ante los ojos del par de hechiceros fue la esperanza de avanzar con el conflicto que cada vez se tornaba más confuso y difícil de entender.

Si conseguían descifrar que había en esas hojas, si resultaba ser algo que les fuera útil, lo que fuera, eso les ayudaría a resolver todo ese evento misterioso en el que se habían metido, o en el que los habían metido, más bien.

Stephen cerró sus ojos e inhaló con lentitud.

—De acuerdo. —murmuró.

Los movimientos de sus manos fueron precisos y rectos. Madison observó curiosa la manera en que sus manos creaban figuras en el aire que tras unos segundos se volvieron hilos luminosos.

—Wow...

—Silencio.

—Lo siento.

Stephen extendió aquella luz sobre los papeles en el suelo y al ser cubiertos por el encantamiento, estos resplandecieron por unos segundos. Una brisa movió ligeramente el cabello de Madison cosa que sólo se mezcló con su gesto.

Fijó su vista en los hechiceros y la luz que resplandecía a unos metros de ella. Ahí venía de nuevo, aunque no era un mal sentimiento, era extraño para ella, su cuerpo actuaba con rechazo ante esa sensación.

Parecía que iba a funcionar, pero pronto descubrieron que no iba a ser tan fácil. Las hojas y el brillo se tornaron negras y un escalofrío recorrió la espalda de la jovencita. Su cuerpo se vio cubierto por una sensación de frío que le puso los pelos de punta. Dejó salir un suspiro se abrazó a sí misma con tal de mantenerse tranquila.

Stephen y frunció el ceño extrañado y Wong le observó fijamente.

El piso comenzó a vibrar para luego temblar levemente, el polvo comenzó a elevarse con lentitud. Algo no estaba bien y Madison no necesitaba de sus habilidades para notarlo.

—Un contra hechizo... —murmuró Wong.

Stephen soltó un gruñido al sentir cada vez más dificultad para mantener sus manos en aquella posición, como si algo las empujara lejos de las páginas. De pronto su capa se separó de él y envolvió a la jovencita con rapidez, empujándola directo a las escaleras, al mismo tiempo que Wong se ponía de pie y corría al otro lado del cuarto. Strange se cubrió con los brazos antes de que el contra hechizo y su propio hechizo colisionaran entre sí, causando una pequeña—comparada con otras que había visto— explosión que mandó a los tres disparados a las paredes del sótano.

No debían ser genios para deducir que no había funcionado. Las hojas bajaron lentamente humeantes y aún en pedazos. Vaya fracaso.

Stephen se removió adolorido sobre el suelo, sintiendo su vista algo borrosa. De inmediato intentó levantarse, tropezando un par de veces antes de poner sostenerse sobre sus propias piernas.

Descubriendo Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora