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-BIEN, SE ACABO, NO PUEDO CON ESTO ¡¿TANTO LES JODE QUE SEA DUEÑO DE MI VIDA?!-

Se encaminó en dirección a Conway aprovechando su rabia para tener la valentía de acorralarlo contra la pared.

-Entiendo que "les preocupe" que no tenga pareja PERO ME TIENEN HARTO, ES MI PROBLEMA SI QUIERO O NO FOLLARME A ALGUIEN- y con eso salió rápidamente asotando la puerta, dejando a la señorita con quien arreglaron su cita bastante descolocada.

Caminaba sin un rumbo real, simplemente quería llegar a su departamento y dormir pero sabía que era una de esas noches en que no podría hacerlo, la culpa de hablarle así a su segundo padre llegaba de a poco para carcomerlo.

Jack era mejor amigo de su familia y él el favorito de los Volkov aún siendo hijo de la mitad. Sus hermanos tenían aptitudes abismales pero lo que Conway necesitaba era un hombre de finanzas, justo lo que a Viktor le apasionaba, por eso lo tomó como aprendiz y lo llevó a su país natal para algún día dejarle su empresa a falta de un hijo propio.

Pronto llegó a un pequeño montesito lleno de verde césped y bonitas flores, ese era su lugar de paz debido a que no era muy conocido, hasta allí llegaba cuando sentía que no tenía escapatoria.

Como de costumbre se acostó boca arriba con sus brazos a manera de almohada y al fin notó las lejanas estrellas sintiendo como si brillasen mucho más que días anteriores, si bien no era una noche del todo abrigada por la época claro que estaba acostumbrado a temperaturas incluso peores por su país.

Entonces las abrumadoras preguntas llegaron ¿Por qué es obligatorio que tenga pareja? No era como si no quisiese, es que realmente nunca había sentido algo más fuerte que atracción física por alguien y le parecía normal, lo que no era normal era organizarle citas con mujeres a diestra y siniestra sin siquiera avisar.

No entendía a sus amigos, ni a sus padres, es que él de verdad pensaba que debía esperar a la persona indicada para formar algo que a su edad podría ser estable, Viktor Volkov era de aquellos hombres que creían en el amor y en el destino.

Mirando como el cielo se despejaba aún mas, repetía el cuento que su madre le relató una vez, aquel del hombre que habita la luna y baja en las noches a enredar hilos rojos en los meñiques de dos personas uniendolos para siempre, sin importar nada.

Una lágrima escapó sin permiso pero no tenía planes de moverse, no estaba desesperado por encontrar el amor pero era amarga la sensación de nunca haber sentido algo parecido, al menos a nivel romántico y sin duda se permitiría llorar pero una llamada interrumpió sus planes.

-Volkov...-

-Lo lamento-

-No importa, mañana es tú día libre pero necesito que vayas a la cafetería que es cerca de la oficina para cerrar un contrato bastante simple ¿Crees poder?-

-Si señor-

-Perfecto, descansa-

-Hasta mañana-

Le pareció extraño que lo manden a él cuando Greco tenía mucha más experiencia pero no le iba a dar vueltas al asunto, antes de irse del lugar miró una vez más al cielo casi rogando en silencio que le diera la oportunidad de entregar su parte más cariñosa a alguien que la merezca, a alguien que lo necesite tanto como él.

Tal vez Viktor se sentía vacío y fuera de lugar dada la presión social a la que era sometido, pero no era el único pues tal y como su madre solía decir hay alguien destinado para todos nosotros, una persona que nos complementa en todos los aspectos sumando en lugar de restar, inspirando en lugar de juzgar y creando en lugar de destruir.

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