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Después de un agotador día de trabajo Horacio llegó a su hogar, dejando caer a un lado de la puerta su mochila y abrigo, apresurándose a encender la calefacción para entrar en calor mientras metía algunas sobras del día de ayer al microondas para cenar.

Una vez cenado, bañado y listo para entrar a la cama en busca de un reparador sueño, decidió tomarse un tiempo para comenzar a planificar un poco sus finanzas, al menos en eso podría poner en practica todo lo aprendido en su carrera. Por mucho que Volkov le haya pagado la matricula y el primer semestre no tenía que relajarse y mejor comenzaba a ahorrar desde ahora si no quería atrasarse y, por consecuencia, endeudarse con sus nuevos estudios, mucho menos estaba en sus planes dejarlos por problemas económicos.

Tomó su libreta de gastos, una lapicera, su calculadora y los papeles de la inscripción en donde estaban también los consiguientes pagares de los que tendría que hacerse cargo en el futuro, pero mientras revisaba la documentación notó algo que le hizo fruncir el ceño en confusión. Tardó un momento en procesar que Volkov no solamente había pagado lo pactado, sino que toda la carrera. Había gastado una cuantiosa cantidad de dinero que hacía revolver su estomago de solo pensarlo ¿por qué?, ¿por él?

Tenía que hablar con Volkov.

El siguiente martes, el día libre de Horacio, este contacto a Volkov para reunirse en el Noir Bistro al medio día.

Intentó mantenerse serio durante la breve llamada mientras concretaba un encuentro con el ruso, pero la suave voz de este le hizo escapar un suspiro y una sonrisa cuando el mismo le aseguró tomarse un tiempo para encontrarse con él, como si todo quedara en segundo plano cuando de ver a Horacio se tratara y aquello era agradablemente reconfortante para el de cresta. Se sentía bien sentirse importante y una prioridad para alguien... Alguien como Viktor Volkov, ese agradable, amable, serio y torpe hombre que había tenido suerte de toparse en su vida de la manera más atípica posible.

Horacio reposaba suavemente su espalda contra el respaldo de su silla, revisando su celular mientras bebía entre pequeños sorbos el chocolate caliente que Blake le había llevado en medio de sus tareas. Estaba tan concentrado en algún chisme de un random de twitter que se sobresalto ligeramente ante el traqueteo de la silla frente a él donde Viktor tomaba asiento con la elegancia que le caracterizaba.

Horacio bloqueó su celular y reposó con suavidad la taza sobre la mesa al tiempo que le regalaba una amplia sonrisa a Volkov, siendo correspondido con el mismo gesto, pero algo más discreto.

Viktor ordenó un café simple que llegó a los pocos minutos, interrumpiendo la banal charla que habían comenzado él y Horacio, respondiendo a las típicas preguntas de rutina. "¿Cómo estás?" "¿Qué tal va el día?" "¿Dormiste bien?"

A pesar de que a Horacio le hubiera gustado pasar más tiempo con Volkov (así como a este mismo disfrutar de la compañía del de cresta), sabía que el ruso tenía el tiempo limitado pues debía volver al trabajo, por lo que decidió ir al grano después de un par de preguntas más de cortesía que aplanaron el terreno.

-Ayer, por la noche, comencé hacer cuentas para organizarme y así poder ahorrar para costearme el resto de la carrera, ¿sabes?

La voz de Horacio era casual mientras jugaba con la cuchara dentro de su taza, mirando de reojo como Volkov se detuvo a medio camino de darle un sorbo a su café, tensándose fugazmente antes se seguir con su acción, intentando aparentar tranquilidad.

-Ah, ¿sí? -Consultó, escondiendo su nerviosismo detrás de la taza que se posaba sobre sus labios, humedeciendo sus labios con el líquido amargo.

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