4. El dinero tiene más valor que el orgullo

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Remus había encontrado gente extraña alrededor de toda su vida. Desde sus padres cuando estaban enfermos, los sacerdotes que pasaban tirándoles cosas a las prostitutas y trataban con amabilidad a los caballeros que recurrían a ellas, los hombres que no deseaban casarse con Mary o Lily, pero nadie le llegaba a los talones a Sirius Black ese día.

Sus ojos ardían de forma extraña y lo sostenía del brazo de manera brusca sin llegar a causarle daño, parecía que quería algo urgentemente de él. ¿Se había olvidado de pagarle a alguien? ¿El francés había corrido la voz a sus amigos ricos sobre lo que había pasado en Navidad y ahora ellos vendrían a buscarlo como si fuera un juguete sexual? La ultima idea era la menos cercana, pero hizo que Remus se sienta realmente incomodo con la situación en la que se encontraba.

Era él, era él, era real. Al estar tantas horas caminando Sirius había dudado de su estabilidad mental y consideró estar demente y que tal vez lo que había visto esa tarde había sido una idealización de su cerebro y el joven realmente se veía diferente, pero lo tenia enfrente ahora y ahora nadie, ni James, ni Peter, ni Regulus, ni sus padres, ni la reina misma podrían decirle que estaba loco.

-He pasado mucho tiempo buscándote, joven – dijo sin soltarle la mano y su rostro formaba una sonrisa casi maniaca.

Remus tenia el ceño fruncido, cosa que era completamente ignorada por Sirius, pero no por James que rápidamente captó el ambiente y tomó a Sirius del hombro y lo hizo retroceder un poco – Lo siento, joven. Discúlpelo, está un poco desorientado – soltó una risa amable que hizo que el rostro de Remus se relajase un poco. James tenia ese poder tranquilizador y confiable.

-Oh, está bien, no pasa nada – dijo Remus mientras se acomodaba el sombrero y miraba a otro lado con incomodidad – Con permiso – empezó a irse de nuevo, pero Sirius volvió a tomarlo del brazo – Dios... - ya estaba empezando a frustrarse. Miró directamente a los ojos de Sirius esta vez, aprovechando su altura para intimidarlo - ¿Qué?

Sirius, al contrario de la reacción esperada por Remus, tragó saliva por emoción. Quédate así un par de horas y haré maravillas - ¿Te puedo pintar?

¿De qué demonios estaba hablando? ¿Era una clase de broma? ¿Una nueva forma que encontraron los ricos de burlarse de los pobres?

-Mira... sé que estás delirando así no importa, puede seguir su camino. Ahora, si me disculpa... - se empezó a zafar del agarre del azabache.

James intervino – Oh no, no, él no está loco. No me dejé explicar muy bien – volvió a sonreír. Por alguna razón Remus encontraba la sonrisa de ese chico más genuina o amable a comparación que otros ricos arrogantes -. Soy James Potter – le extendió la mano y antes de darse cuenta, Remus ya estaba estrechándola – Él es Sirius – Sirius no se inmutó, soló sonrió – Y él – señaló al piso donde estaba Peter.

Enseguida lo ayudó a levantarse, dándole uno de los pañuelos de su bolsillo, el cual Peter tomó con admiración y un leve sonrojo, completamente inexistente a la vista de Sirius y James, pero completamente evidente ante Remus, ¿Los ricos eran ciegos? – Él es Peter.

Peter no se molestó en darle la mano y Remus tampoco tenia muchas ganas de estrecharla. -Soy Remus.

-Lo sé – dijo Sirius e iba a empezar a decir algo, pero sus actitudes ya estaban colmando la paciencia de James y haciendo que Remus tenga muchas más ganas de salir corriendo de ahí.

James lo empujó haciendo que Sirius suelte de golpe a Remus – ¡James!

Remus aprovecharía el momento para salir corriendo. Malditos ricos, todos están dementes, unos más que otros. Una voz lo detuvo.

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