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29. Los amantes.

Nicolas llegó a la fiesta de los Black sintiendo que cada centímetro de su cuerpo temblaba. Sabía que estaba arriesgando mucho, incluso a sus padres, estando en ese reunión donde no era bienvenido, pero Alphard se lo había pedido. Alphard quería que él estuviera ahí. Oh. ¿Cómo podría decirle que no a esos ojos grises y sonrisa encantadora?

Su madre pudo haber percibido las emociones de su hijo, porque lo tomó del brazo reconfortantemente.

Nicolas volteó a verla y se permitió respirar profundamente mientras tomaba del brazo a su madre, mientras su padre la tomaba del otro para entrar juntos a la mansión.

Obviamente, los Black no habían escatimado en gastos. Todo estaba decorado elegantemente y cada adorno, incluso los sirvientes combinaban perfectamente con el lugar.

El joven reconoció a unas figuras familiares, pero apenas vio como la gente estaba formándose para platicar con los sobrinos de Alphard, hizo lo mismo. Había tenido la oportunidad de conocer a Sirius en circunstancias no muy favorables. Era la oportunidad para presentarse de forma más formal. Bueno, de la forma más formal en la que te puedes presentar ante un niño.

Se disculpó con sus padres y fue animadamente a conversar con los niños. Como imaginó, con Sirius las cosas eran casi igual de fáciles que con Alphard. Gracioso y amigable. No podría decir lo mismo de Regulus quien lo miraba cautelosamente como Walburga. La misma mirada Black que Alphard y Sirius parecían no haber heredado.

Sonrió girando la cabeza y en ese instante se cruzó con esos ojos grises ya conocidos. Una vez había sido atrapado no había vuelta atrás.

Alphard tampoco ayudaba mucho. Lo miraba intensamente mientras tomaba su copa de vino y bebía lentamente el alcohol dejando la vista como su manzana de Adán se movía con cada trago.

Nicolas era débil, ya sentía como sus rodillas cedian con solo imaginar los pensamientos que rondaban la mente de su amado. No tuvo que esperar mucho, ya que al parecer, Alphard estaba igual de ansioso que él.

Vio como su figura alta le dio la espalda caminando lentamente hacia uno de los salones para que Nicolas no le perdiera el rastro. Desapareció detrás de una de las puertas no sin antes voltear a verlo sobre su hombro con esa sonrisa. Esa era su señal.

Se abrió paso entre las damas y las personas que querían hablar con él. "Discúlpeme", "No, gracias", salía de su boca cada vez que se acercaban. No quería ser grosero, pero realmente tenía la necesidad de llegar a los brazos de Alphard.

Apenas vio la figura delgada de Nicolas cruzar la puerta, lo tomó rápidamente de la muñeca acercándolo a él. No había ni una pizca de resistencia en el cuerpo del rubio. Quien, preso de su necesidad, permitió que Alphard una sus labios con los suyos bruscamente.

Con solo los labios de Alphard y sus manos acariciando su nuca podía sentir una explosión de emociones. Desde que había tenido un acercamiento emocional y carnal con el Black, se había dado cuenta que era ahí, entre sus brazos, donde quería estar hasta la muerte.

Los jóvenes se separaron para tomar aire. Sonriendo contra sus bocas.

—Te extrañé — dijo el pelinegro dejando escapar un suspiro mientras jugaba con los mechones de la nuca del rubio.

—Y yo a ti — le correspondió Darcy uniendo rápida y ligeramente sus labios en su suave, pero reconfortante beso.

—Fueron las semanas más largas de mi vida.

Nicolas puso los ojos en blanco sonriendo —No sabía que estabas tan obsesionado, señor Black.

—Dilo de nuevo —dijo el otro contra sus labios.