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26.La tormenta.

Dos jóvenes de distintas clases sociales, a diferentes extremos del salón encontraron sus miradas de forma casual a comienzos del gran baile. El corazón de Sirius Black, se detuvo, mientras que el estómago de Remus se contrajo. Ninguno podía apartar los ojos del otro. Sirius admiraba sin vergüenza la belleza de Remus; el castaño tenía el cabello brillante, el traje que llevaba era negro con detalles dorados en las costuras, el cuello de su camisa era pomposo dándole altura su cuello y llevaba guantes blancos. Sirius deseó no haber fijado su mirada en las manos de Remus, porque así fue que se dio cuenta que iba del brazo de Antoine Delacour, desvergonzadamente como si nadie estuviera viéndolos y juzgándolos. Y así fue cuando Sirius se dio cuenta que probablemente eso era lo que quería Remus, era lo que Remus necesitaba. 

Remus contuvo el impulso de juntar las cejas hacia arriba en un gesto de angustia ante la figura de Sirius Black. Estaba bastante delgado a comparación de la última vez que lo había visto. Las ojeras y la falta de volumen y luz en su cabello eran bastante obvios aun con los intentos de cubrirlos. ¿O era que Remus estaba viendo demasiado detenidamente a Sirius? Pero, ¿Cómo no hacerlo? Sirius Black podría verse hermoso aunque hubiera pasado años en prisión. Ver a Sirius Black eternamente atractivo iba a ser su maldición, porque probablemente hasta el final de sus día recordaría a Sirius Black como el hombre más hermoso que haya pisado la tierra. 

Era extraña la tensión que se producía entre los dos, porque estaban a metros de distancia en un salón con al menos cincuenta personas y ellos solo tenían ojos el uno para el otro. 

―¿Cómo es posible que mi tarjeta de baile esté completamente llena si no conozco a la mitad de los caballeros aquí? ―preguntó Mary tomando su tarjeta de papel muy fino con sus largos guantes de seda. 

―Eso me lo agradeces luego ―le dijo Antoine acercándose a su oído, pero hablando lo suficientemente fuerte para que Remus los oiga ―He puesto ahí a los caballeros más respetables y atractivos de este lugar. Avísame si te atrae uno y te contaré todo de él. 

Mary sonrió pícaramente, pero su sonrisa se esfumó rápidamente ―No tengo una dote... 

El rubio la interrumpió agitando su mano con indiferencia ―No te preocupes por dinero. Déjamelo a mi. Además, cualquier hombre que esté interesado más en el dinero que en ti, no vale la pena. 

―Ey, ¿Estoy en la lista de los hombres guapos y respetables? ―bromeó Remus llamando la atención de los otros chicos. 

―De hecho ―dijo Mary leyendo su tarjeta ―Eres el primero en la lista. 

Remus miró extrañado a Antoine quien le sonrió ―No es que quiera que contraigan nupcias, solo que fuiste el primer caballero en el que pensé con esas características. 

Sin querer, Remus estaba intercambiando una mirada extraña con el chico a su lado que no fue desapercibida por muchas personas cerca, incluida Mary quien tuvo el impulso de cubrirse el rostro con la tarjeta y también de un par de personas bastante lejos. Sirius Black supo que necesitaría unos tragos para poder soportar la noche. 

☾☆☽

Remus y Mary se pusieron en sus lugares. El castaño agradeció internamente a la morena por haberle enseñado a bailar las piezas que serían tocadas en el baile. Empezó la pieza y ambos empezaron a movilizarse en sintonía. Mary era una excelente bailarina y se movía con delicadeza y elegancia. Remus notó como atraía miradas desde muchos lugares. 

―¿Divirtiéndote? ―le susurró una voz a su lado. Era James que de igual manera empezaba a movilizarse al ritmo del baile. Remus miró hacia adelante para ver a la pareja de James y vio a la mismísima futura señora Black.