6 - OFRENDA -

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Miro con rabia a la pequeña, eh... criatura. Había corrido con la suerte de que cuando llegó no había nadie en la sala común, no quiso utilizar el ascensor así que tomó las escaleras y había corrido como un loco para encerrarse en su cuarto y arrojar su billetera contra la pared para tratar de desahogarse.

—Una puta mierda... —Murmuró mientras apretaba la panza del koala entre sus manos.

Okey si, se salto su entrenamiento de la tarde y busco en instagram esa tienda que le había aparecido de publicidad hace un tiempo, tomó un bus y el metro tan tranquilo pero cuando estaba a metros de la academia le dio vergüenza.

—Ay ya. A la mierda.

Tomó de una pata del animal y se iba a ir a la habitación del mitad mitad pero cuando abrió la puerta se encontró al otro a punto de tocar la de él.

—Hola.

—... Hey.

—¿Puedo pasar?

Asintió tontamente y se hizo a un lado.

—Mira, te compré esto.

—Gracias.

El sonido del empaque fue lo unico que se escucho en el cuarto por el momento. Shoto se sentó en la silla de su escritorio y espero paciente a el otro. Miró por un segundo el peluche que el rubio había lanzado a la cama, que no iba para nada la decoración entre elegante y minimalista del rubio. No era tan diferente al suyo, pero los colores grises no iban muy bien con todo lo negro y blanco dentro.

—¿Un peluche? —Murmuró mientras sus manos sentían la suavidad de este, quiso ponerlo contra su rostro para comprobar que tanto era.

—Es un pez.

—Si, lo note. —Miro alrededor y su librero fue el lugar más alto que vio. Lo pondría ahí luego, después de todo resaltaria ahí. —... Gracias.

Shoto se emocionó ante las palabras calmadas que pocas veces escuchaba.

—... ¿Eso es tuyo? —Señaló el koala que había caído mirando hacia el techo. —¿Me lo prestas?

—Es tuyo.

—Que bonito. —Se terminó sentando en la cama y olfateo antes de darse cuenta y trató de disimularlo un poco. —Gracias, me va a servir para mi nido.

—No tienes nido. —Comentó mientras se sentaba a su lado en la cama. —Avisame cuando quieras...

—Si, claro.

Katsuki siguió observando el peluche en sus manos y cuando sintió la cabeza del otro apoyarse en su hombro le pasó un brazo para la cintura para que no se lastimara la espalda.

Honestamente ninguno de los dos estaba seguro de qué pasó dar ahora, qué seguía, cómo y cuándo actuar porque su relación estaba pasando a ser algo serio, no es como si antes no lo fuera, pero se sentía más en serio.

Shoto pensó, en todas las veces que habían salido a algún lado era el alfa quien tenía la iniciativa, él aceptaba y pasaban un maravilloso tiempo juntos. Tal vez debería...

Abrió la boca para preguntar si estaba libre pero su ceño se arrugó pensando en que no sabría a dónde ir. Podía preguntar de todos modos.

Cuando alzó el rostro para hablar solo se quedó viendo el perfil del otro que seguido con sus ojos en el peluche, su fuerte mandíbula, sus cachetes aunque ahora no se podía ver los hoyuelos que se le formaban cuando sonreía pero aún así era atractivo, sus pestañas rubias que con cada parpadeo se movían con suavidad a diferencia de cuando peleaba porque varias veces loas había visto cubiertas y teñidas de sangre.

—¿Que me vez?

Shoto negó con la cabeza y su nariz rozó con la del otro porque había volteado el rostro repentinamente al sentirse observado.

El pequeño movimiento les erizo los bellos a ambos, para Shoto se sintió bien, agradable y con un poco de valentía repitió el movimiento. Katsuki se dejó y terminó rozando la punta de su nariz con las mejillas del otro sacándole una risa baja y ronca, luego volvieron a rozar sus narices en beso esquimal-aunque ninguno sabía como se llamaba lo que estaban haciendo-para terminar en volviéndose en sus aromas, de nuevo.

—¿Quieres salir?

—Estoy libre.

31Donde viven las historias. Descúbrelo ahora