Especial

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Veo la nieve caer empapando nuestros recuerdos, aquellos que llegan a ser tan dolorosos como tiernos. Pero a la vez, por más que sienta como abrazan mi pecho, la sensación de soledad que me trae todo eso termina ardiendo.

Te amo, juro que te sigo amando.

Y me duele, porque ya no estás para escuchar lo que tengo que decir de ti cada mañana, los besos que muero por dejar en tu cara, los roces de nuestra piel de forma inconsciente... todo eso lo extraño. Te extraño.

Cuando Nico comenzó hablar sin trabarse solía preguntar muy a menudo porque tú no siempre estabas en casa, yo le respondía que era por asuntos del trabajo, que alguien allá a fuera necesitaba de ti.

Yo también lo necesito.

Era y seguirá siendo la respuesta más dolorosa que he recibido de parte suya. Nuestro hijo tuvo que madurar lo más rápido para poder entender que, tú trabajo no era cosa sencilla y que amabas hacerlo. Aunque eso nos pusiera de lado en muchas ocasiones.

Cuando justo creía que éramos felices, tenía que suceder aquello que siempre te apartaba, pero nunca pensé en reprocharte nada. Porque yo mejor que nadie sabía lo mucho que te costó llegar ahí, el lograr ser feliz haciendo lo que tanto te gustaba.

Pero por el otro lado estábamos nosotros, con una cena, regalos y velas apagadas, mirando aquella nieve que cubría nuestro patio delantero mientras esperábamos que llegaras. Jamás lo hacías, siempre era al siguiente día donde medio dormías y te ibas.

Aún así Nicholas entendía que, había cierta cosa más importante que nosotros. Y no hablo con resentimiento, claro que no, pero jamás logré sentirme completo desde que Nicholas nació y tú trabajo incrementó.

Te amo y eso no va cambiar, pero eso también me hacía dudar sobre nuestra estabilidad emocional como pareja, que quise dejarte tantas veces que me ponía a llorar.

No quería que nuestro hijo creciera en un ambiente así, porque aunque estuvieras, era como si no lo fuera.

Como te digo, mi amor siempre seguía siendo el mismo; más en aquellas noches nevadas dudaba de sí era bueno todo esto.
Ahí Nicholas no sólo dudaba de tu amor, si no también tomaba de mi mano y salíamos a jugar con los copos de nieve, donde su sonrisa acompañada de ojos gigantes es mi cosa favorita, porque a pesar de que siempre prometías que llegarías, sabiendo que eso no era más que una vil mentira cargada de sentimientos, él en ti seguía creyendo. Tal y como yo solía hacerlo.

En esos momentos sentía que te odiaba, porque él no merecía tener una vida donde tú no estuvieras gran parte de ella.

Aún recuerdo aquella Navidad, la que fue la última antes de que te fueras... Reías y Nicholas también lo hacía mientras jugaban hacer muñecos de nieve. El brincaba y gritaba que te amaba, yo podía ver en tu cara lo mucho que te gustaban sus palabras.
Los grababa con aquella cámara vieja, donde ambos sonreían a la pantalla y gritaban; mi momento preferido siempre seguirá siendo aquel donde corriste con él en brazos y besaste sus mejillas frente a la cámara.

Me rompí, te juro que lo hice. Porque no puedo olvidar lo feliz que fuimos, lo completos que nos sentimos.

Te recuerdo tan bien con tu cara rosada y mojada, porque te sentías culpable de tantos momentos perdidos que sabías que jamás volverían. Pero de eso no se trata la vida, si no de crear nuevos y que queden plasmados para que aparten la culpa.

Amé verte reír y permitirte ser feliz con nosotros.

Amé que te hayas quedado a su lado hasta que sus ojitos se cerraron.

𝖬𝗋. 𝖯𝖺𝗒𝗇𝖾 ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora