O1 : Christian

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Liam pasaba gran parte de su día solito en casa, su trabajo en la editorial era sencillo, pero al estar de vacaciones todo le resultaba aburrido. Cada día que pasaba hacia que ese sentimiento de desesperación y cansancio aumentaba. Y tal vez lo único que podía considerar diferente era la llegada de su hijo con alguno de sus amigos. Esos mocosos siempre lograban hacerlo reír y sonrojar por lo dulces que eran.

Y su hijo, su querido Nico, el sólo tenerlo a su lado lo hacía sentirse acompañado después de meses de soledad.

Pero hoy siendo inicio de semana, donde Christian, el mocoso de ricitos de oro, se encontraba mirándolo y sonriéndole mal disimuladamente mientras su mano era posada debajo de su barbilla mirándolo encantado.

Y eso le causaba ternura, pero no se lo diría pues sabía que a Christian no le gustaba que se lo dijeran por más que lo fuera.

Liam no sabía bien que hacer o decir ante ello, menos cuando no estaba su hijo para distraerlo de momentos como estos. Tal vez por eso mismo el sonrojo en sus mejillas era mayor a lo que normalmente era, lo cual hacia el momento más vergonzoso al sentirse intimidado por esa mirada soñadora y cansada.

Sí, un hombre como él se sentía intimado por un mocoso que no sabía ni limpiarse la cola.

— Alguna vez le dijeron, Señor Payne... ¿Que su sonrisa es tan bonita como una rosa bajo la luna? —Liam abrió sus ojos con sorpresa y no alcanzó a formular respuesta alguna porque Christian volvió adelantarse. — Es que usted es aquel pedacito que le hace falta a mi universo.

Liam rió y dejó los trastes a un lado, se acercó acariciar los cabellos del amigo de su hijo, y aquel por inercia cerró sus ojos y disfrutó de la suavidad del tacto.

—Eres un pequeño encanto, ricitos.

Christian no contestó al instante, pero su corazón no dejó de acelerarse al sentirlo cerca, no lo suficiente, pero estaba ahí frente suyo haciéndolo sentir cómodo, feliz y lleno.

—Tu mamá estaría orgullosa de lo que eres ahora.

La sonrisa triste que se posó en los labios del rubio no pasó desapercibida por el mayor, el cual no se apartó y con su otra mano acarició una de sus orejas.

— ¿Usted cree que estaría contenta?

— Si yo lo estoy, no dudo de que ella estaría brincando de la emoción al ver como su hijo no se rindió aún cuando ella le dijo adiós. —El labio inferior de Christian tembló y se aferró a sus muñecas. —¿Sabes, Christian? Desde siempre has sido más fuerte de lo que piensas. Y es algo que admiro de ti, porque a pesar de que tienes diecinueve y que hubo más momentos tristes que buenos, jamás pensaste en la salida fácil. —Él sonrío con suavidad sintiendo la voz terciopelada de Liam colarse por sus oídos hasta llegar a su corazón, porque ese hombre sabía cómo arreglar lo deshecho. — Si a mí me hubiera tocado estar en tu lugar, créeme que yo no estaría aquí el día de hoy.

Liam no se resistió y lo abrazó. Como aquella vez a los trece que llegó corriendo pidiendo ayuda porque su madre no despertaba. Como aquella vez que le dijeron que ella ya no despertaría. Como aquella vez que su papá lo golpeó por no ser lo que él quería. Como aquella vez en que dijo que no quería estudiar medicina, si no poesía.

Hubo tantos momentos en el que Liam estuvo ahí para Christian, y cada uno de ellos se ha quedado guardado como si fuese una cajita. Una que aparecía sólo cuando se trababa de ellos.

El menor se aferraba al cuerpo de su mayor como si fuese un niño pequeño, pero el hablar de eso siempre ha sido como darle una nueva herida a su corazón.

Una herida que no sanaría, sólo se haría parte de las otras.

— No debí haberte dicho eso. —Comenzó a lamentarse cuando los espasmos en el cuerpo ajeno cesaron. Christian negó y se apartó aún sin dejar sus muñecas tranquilas.

— Hay temas que tienen que tocarse por más dolorosos que sean. Me gusta hablar con usted de esto, me hace sentir mejor cuando me abraza.

— No necesitamos tocar estos temas para que pueda abrazarte. — Rió. — A veces sólo tienes que pedirlos. Los abrazos son indispensables que tienen más valor del que piensas. Para mí, son la mejor prueba del cariño que se le puede tener a una persona.

El de cabello castaño se recargó contra el pecho del mayor, se permitió disfrutar de eso aún cuando seguían saliendo pequeños hipos de su boca. Aunque esa leve sonrisa no se había ido del todo.

Se separó un poquito, para así ver el rostro de Liam. —Déjeme decirle, señor Payne, que usted es mi principal motivación para hacer lo que hago. Usted me da ese ánimo que necesito para seguir mostrando lo que esconde mi alma.

Christian juró ver estrellas, incluso la galaxia completa cuando los ojitos de Liam se rizaron, o cuando sus mejillas terminaron de abultarse por esa sonrisa gigante.

Aunque el mayor no respondió, ni se alejó y eso hizo sentir mejor al menor.

Y con eso Christian se sintió vencedor. Porque él a su manera estaba intentando llegar al corazón de su mayor, y aunque en el fondo seguía desconociendo que es el amor, no perdía nada, y si intentaba, a lo mejor y ganaba.

❛ 𝖯𝗎𝖾𝖽𝗈 𝗌𝖾𝗋 𝖺𝗊𝗎𝖾𝗅𝗅𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗇𝖾𝖼𝖾𝗌𝗂𝗍𝖺𝗌, 𝗌𝗈́𝗅𝗈 𝖽𝖾́𝗃𝖺𝗆𝖾 𝗌𝖾𝗋 𝗉𝖺𝗋𝗍𝖾 𝖽𝖾 𝗍𝗎 𝗏𝗂𝖽𝖺 ❜

❛ 𝖯𝗎𝖾𝖽𝗈 𝗌𝖾𝗋 𝖺𝗊𝗎𝖾𝗅𝗅𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗇𝖾𝖼𝖾𝗌𝗂𝗍𝖺𝗌, 𝗌𝗈́𝗅𝗈 𝖽𝖾́𝗃𝖺𝗆𝖾 𝗌𝖾𝗋 𝗉𝖺𝗋𝗍𝖾 𝖽𝖾 𝗍𝗎 𝗏𝗂𝖽𝖺 ❜

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