Arepitas 🍃

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Camilo Madrigal, uno de los miembros más radiantes de su gran familia, siempre contando con un rostro amigable que contagiaba una total euforia a cualquiera que tan solo lo viese. Cómo todos los miembros de su familia contaba con una responsabilidad; el suplantar a cualquiera que ocupará ayuda o buscará o un descanso de la vida cotidiana.
Camilo jamás mostró reproche al momento de brindar ayuda con su habilidad, el mismo admitía que le encantaba el actuar, el sentimiento de comprender y analizar cómo es alguien lo mantenía activo, así podía crear una historia sin la necesidad de emplear palabras en un papel.

En aquel momento el joven se encontraba transformado como una muchacha que cuidaba a su bebé, aquel escenario siempre florecía en él un sentimiento de tranquilidad; el pequeño niño brindaba uns calidez inocente, su alma adoraba aquel momento, sin embargo aquella paz acabo abruptamente cuando la madre regresaba.

-Ay, Camilo, siempre agradeceré tú ayuda, lamentó que sea tan tarde- comentaba mientras tomaba en sus brazos gentilmente a su hijo.

-Me encanta ayudar, ¿Qué más puedo decir?- mostrando su clásica sonrisa volvía a su apariencia común. -Hasta luego- finalmente se despedía emprendiendo el camino a su casita, justo a tiempo para su hora favorita; ¡la comida familiar!. Camilo apresuró su paso, entrando en pocos segundos a su hogar tomando dirección inmediata al comedor.
Fue recibido con sonrisas de sus amadas primas y hermana.
-Al fin llegas Camí! Rápido, sientate- le dijo Dolores.

Haciendo caso, se sienta en una de las sillas más cercanas, los demás miembros llegan para disfrutar ese momento.
Su tía Julieta junto a su madre servían los platos alrededor de la mesa, así también aparecieron las favoritas de Camilo; las arepas.

Sin pensarlo tomo un montón de ellas; la sensación de aquellas eran como las nubes, suaves pero siempre con un sabor bondadoso.
La familia platicaba sobre su día; desde que Isabela comenzaba a sentirse menos presionada hasta la aventura del pequeño Antonio con un carpincho.

Sin darse cuenta Camilo había acabado con su plato,sin mucha relevancia toma del plato principal una arepita, mordiendola inmediatamente hasta que escucho un comentario.

-Mijo', ¿No crees qué ya te pasaste de arepas? Hay que bajarle- comento Agustín.

Camilo mostro cierta confusión en su rostro, sus cejas se juntaban. ¿Estaba comiendo demasiado? ¿Había un problema? Con un poco de pesar dejo el pedazo de arepa en su plato.

-Cami, no le hagas caso, siempre haré las arepas que desees- miro con amor a su sobrino Julieta.

Una vez terminada la comida cada integrante regreso a sus actividades, Camilo sin embargo no podía dejar aquel pensamiento; "¿Estoy gordo?" Él estaba consiente de que siempre fué delgado, amaba la comida de su tía Julieta, ¿Eso era un pecado?.
Se dirigió a su cuarto, necesitaba un espejo. Tal como él, su cuarto tenía muchas caras, cambiando constantemente según lo necesitará. En ese momento se llenó de espejos y luces, sin nada más, solamente cristales que revelaban lá verdad.
Comenzó a quitarse su ropa, con mucho cuidado de no ser sorprendido. En un momento podía ver su reflejo sin algo donde esconderse.

Contuvo las lágrimas, no reconocía a quien quiera que fuese él del reflejo. Era un Camilo gordo, ¿Cómo no pudo notarlo antes? Con aquella apariencia jamás sería tomado enserio, con aquella apariencia jamás sería lindo, con aquella apariencia jamás sería suficiente.
-¿Por qué? ¿Por qué?!!?- expreso con un sentimiento de tristeza, jalando de sus rizos, solo quería desaparecer y volver a ser él mismo.
-Debo hacer algo... Algo, debo cambiar esta apariencia- susurraba mientras caia la noche.

Su plan iniciaba en ese momento, ante todo, con una sonrisa siempre.

Apariencias-Encanto✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora